Un estudio desarrollado en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) para medir el impacto de la infección por SARS-CoV-2 evidenció que las secuelas neurológicas son las que con mayor frecuencia se manifiestan en los convalecientes de la COVID-19 egresados de la institución.
El doctor Narciso Argelio Jiménez Pérez, al frente del proyecto de investigación, explicó que muchas personas después de recuperadas manifiestan trastorno del sueño, adaptación, nerviosismo, ansiedad, depresión, además de fatiga crónica, la afectación más común de todas.
Esta fatiga se diferencia de la provocada por las arbovirosis –virus transmitidos por insectos– al producirse en un mayor número de personas y perdurar por más tiempo; por lo general quienes padecieron dengue solo requieren de una consulta después de recibir el alta médica, mientras que los pacientes COVID-19 mantienen el seguimiento durante meses.
El también especialista en Medicina Interna, Intensiva y Emergencia e infectólogo del IPK señaló que en las consultas los pacientes han manifestado sentirse mejor en las mañanas y después del mediodía comienzan con cansancio, somnolencia y en las noche no pueden dormir, por lo que no descansan bien y su vida cotidiana se ve afectada.
A partir del seguimiento a los convalecientes que transitaron por estadios graves y críticos de la enfermedad se ha evidenciado lesiones evidentes que persisten hasta seis meses; hay personas que con el tiempo mejoran, pero en otras el daño es permanente, como es el caso de los que desarrollan fibrosis pulmonar.
El 94,4 por ciento de los recuperados atendidos en la institución tienen lesiones en sus pulmones; también se han diagnosticado lesiones cardiovasculares, entre ellas la miocarditis (inflamación del músculo cardiaco) y la pericarditis (inflamación de la capa exterior que recubre el corazón) que aparecen tanto en jóvenes, adultos mayores como niños, y provocan dolor en el pecho, frecuencia cardíaca anormal y dificultad para respirar.
Además, se han reportado lesiones renales que pueden derivar en una enfermedad renal crónica. Cada una de estas afectaciones influye en el correcto funcionamiento del organismo y la mayoría de los pacientes demora alrededor de cinco o seis meses en volver a la normalidad, puntualizó Jiménez Pérez.
También han encontrado en muchas personas la persistencia de síntomas de la COVID-19 en meses posteriores a la infección, síndrome que se conoce en la comunidad científica como “Long Covid” o Covid crónico o prolongado.
No son pocas las personas que necesitan apoyo de psicólogos o psiquiatras para tratar estas aflicciones, además de contar con la atención del médico y la enfermera de la familia para rebasar el estado de convalecencia.
Acerca del estudio que se realiza en el IPK, el infectólogo detalló que tras atender a más de 300 recuperados, luego de ocho semanas, seis meses y al año de la infección, constataron que el 18 por ciento de los casos no tenían anticuerpos.
En cuanto a los asintomáticos el 67 por ciento tampoco tenían anticuerpos, mientras que en los sintomáticos esa cifra representó el ocho por ciento y se registró que los pacientes que declinan su respuesta inmunológica lo hacen a los 100 días de contagiados con la enfermedad, afirmó.
Los resultados del proyecto de investigación permiten caracterizar el comportamiento inmunológico y tener evidencias de cómo será el futuro de las vacunas cubanas anti-COVID-19.
En la evolución de los pacientes influye de manera significativa su estado previo de salud, pues condiciona tanto su tránsito por la enfermedad aguda como por su recuperación, y es que el cuadro clínico empeora en aquellas personas con comorbilidades.
Jiménez Pérez subrayó la necesidad de la autorresponsabilidad, el cuidado individual, así como el uso correcto del nasobuco (mascarilla sanitaria) y el cumplimiento de las medidas higiénicas y de distanciamiento, barreras de contención que permiten cortar la transmisión de la pandemia.
Actualmente suman más de 164 mil los recuperados de la enfermedad en el país, para los cuales el Ministerio de Salud Pública conformó comisiones multidisciplinarias en cada municipio, desde las que se realiza una evaluación integral de cada convaleciente y se determina su seguimiento en dependencia de las secuelas.