La Habana, 24 nov. - La Academia de Ciencias de Cuba rememoró hoy el legado del Comandante en Jefe Fidel Castro con motivo del aniversario VII de su desaparición física, quien tan temprano como en 1960 sentó las bases del desarrollo científico nacional.
Compartimos momentos importantes de su concepción y obra sobre la ciencia cubana, señalaron especialistas de la institución al referirse a su discurso del 15 de enero de 1960 en el Paraninfo de la ACC, del cual hay que partir una y otra vez por su trascendencia, dijeron.
El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo que mas estamos sembrando; lo que más estamos sembrando son oportunidades a la inteligencia, mencionaron en una síntesis de su intervención.
Y agregó: ya que una parte considerable de nuestro pueblo no tenía acceso a la Cultura, ni a la Ciencia, una parte mayoritaria de nuestro pueblo era una riqueza de la cual no podía nada esperarse porque no tenía oportunidad
Estamos llenando la isla de maestros, para que en el futuro la Patria pueda contar con una pléyade brillante de hombres de pensamiento, de investigadores y de científicos, puntualizó.
Esas palabras han constituido una plataforma y guía para toda la obra de más de seis décadas de Revolución de sembrar ciencia, recursos humanos, centros científicos y abrir y desarrollar la ciencia en las universidades cubanas, confirmaron los especialistas de la ACC en su recuento sobre el rol de Fidel y su dedicación al sector.
El 15 de enero de 1960, el Comandante en Jefe Fidel Castro avizoró que la Patria contaría con brillantes hombres y mujeres que acumularían conocimientos para emplearlos en beneficio del pueblo, poco después del triunfo de la Revolución y cuando aún no había comenzado la Campaña de Alfabetización.
Aquella inquietante clarinada ocurrió en un discurso que pronunció en el acto por el XX Aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba, en el paraninfo de la antigua Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, sucesora de la actual.
Tanta trascendencia tuvo que en 1990, tres décadas después de su sagaz intuición, se instituyó el Día de la Ciencia Cubana.