Juventud Técnica

Muchos crecieron y se adentraron en asuntos prácticos en las páginas de Juventud Técnica cuando eran adolescentes o muy jóvenes y experimentaban curiosos con la invención en casa, el “cacharreo”, en secciones como Constrúyalo Usted, Hágalo Así, Ideas Prácticas, Soluciones, hoy continuadas en De lo Práctico.

En esas páginas se asomaron también a la inventiva de los innovadores en Cuba, la ciencia nacional y la mundial; leyeron entrevistas de personalidades de la ciencia, relatos de ciencia ficción o textos sobre avances y tendencias, dilemas y asuntos polémicos del mundo científico.

De los cómo hacerlo, las noticias sobre sucesos y el análisis profundo de procesos y desarrollos científicos al humor, la historia y la ficción, a lo largo de seis décadas la revista ha evolucionado divulgando y explicando los complejos escenarios de la ciencia y la tecnología, cada vez más diversos y acelerados.

Se ha adaptado y superado momentos difíciles, ha asimilado nuevas prácticas y plataformas para, como señala entre sus objetivos editoriales, continuar contribuyendo a desarrollar una cultura científico-técnica y ambiental.

Hoy, es memoria, porque ha registrado gran parte del quehacer científico y tecnológico cubano e internacional por más de medio siglo y, a la vez, sigue siendo una puerta al conocimiento, el debate y la actualidad en este ámbito.

De los 60 a 2025

Estrenada como boletín de las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) en julio de 1965, principalmente orientada a la capacitación de jóvenes técnicos agrícolas y forestales, muy pronto se convirtió en una revista de formato pequeño, con unas 90 páginas.

En la primera etapa, años 60 y 70, “fue de corte muy técnico. Era la revista que hacían innovadores, racionalizadores… Leías cómo reparar un motor o algún equipo eléctrico, cómo armar circuitos o cómo se hacía una combinada. Incluía algunos espacios de divulgación científica y estaba pensada para las fábricas, los obreros calificados, técnicos, ingenieros”, recuerda Iramis Alonso Porro, actual directora de JT.

La periodista Iramis Alonso Porro, directora de la revista Juventud Técnica. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

También “se traducían y publicaban materiales con información técnica aparecidos en revistas de los países del campo socialista y había concursos de conocimientos”.

En los 80, bajo la dirección de Homero Alfonso, manteniendo los espacios técnicos y prácticos, JT evolucionó hacia un perfil más periodístico, se acercó más al lector promedio e incorporó temas “que no eran tan técnicos, sino de espíritu divulgativo, relacionados con la ciencia”, dice Iramis.

Entre secciones de cómo hacer y noticias de ciencia y técnica, la publicación se abrió también al universo de la ciencia ficción con la entrada en el equipo de personas como Bruno Enríquez y creó un concurso de relatos de ese género.

Con el aporte del diseñador Carlos Masvidal, la gráfica ganó peso y se hizo más atractiva hasta convertirse en una de las señas de identidad de la revista, cuya tirada llegó a superar los 100 000 ejemplares. JT era referente para profesionales, técnicos y científicos, pero también para quienes no siéndolo seguían la actualidad de la ciencia y la tecnología, disfrutaban la ciencia ficción o secciones graficadas como Humor Mutante e Ideas.

Leonid Prado, subdirector artístico de JT, comenta que la revista ha tenido varias épocas en el área del diseño.

“Cada uno de los diseñadores ha aportado su modo personal, aunque la huella más importante la dejó Masvidal en los 80. La visualidad específica de la publicación ha cambiado a lo largo de estas décadas, pero siempre la caracterizó un estilo marcado por el uso de la ilustración. Es nuestra identidad, el peso de la ilustración tanto en portadas como en secciones gráficas, en editoriales y como apoyo dentro de los trabajos”, dice.

Leonid Prado, subdirector artístico de Juventud Técnica, afirma que “se ha mantenido siempre un estilo marcado por el uso de la ilustración”. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

La época de esplendor que arrancó en los 80 se cerró en los inicios de los 90, con el Periodo especial. Como otras publicaciones impresas, Juventud Técnica desapareció. Iramis cuenta que “el último número coincidió con el aniversario 25. La portada, con un cakeJT y un cartucho de dinamita como vela, era muy sugestiva”.

En 1994, hubo una impresión por el aniversario de las BTJ [fundadas en 1964]. Cuando regresó alrededor de 1996, junto con las demás publicaciones de la Casa Editora Abril, JT lo hizo con frecuencia bimestral, 48 páginas a duotono y una tirada de 20 000 ejemplares.

En los 2000 se abrió una página digital y se adoptó el sistema de volcado: se publicaba la revista impresa y se reproducían los contenidos en la web.

“El corte en el 2000 era igualmente divulgativo, pero más informativo. Se introdujeron nuevos temas, era mayor la información disponible sobre desarrollos científicos”, comenta Iramis, que por esos años, en 2007, se incorporó al equipo como directora.

“La decisión que tomamos en equipo, tras un análisis de la publicación, fue priorizar un periodismo más investigativo y reducir lo informativo. La revista salía cada dos meses y teníamos un sitio web que podía cubrir el perfil informativo, no tenía sentido mantener secciones con un corte eminentemente informativo en la versión impresa .

“Abrimos una sección de periodismo en profundidad, Dilemas, y se sumaron entrevistas de personalidad, una sección de historia de la ciencia, el género de opinión… Cuando nació la revista, el primer director, José Ramón López, publicaba editoriales en cada número o en circunstancias muy particulares. Eso había desaparecido. Rescatamos el editorial, nos pareció importante que la revista se posicionara sobre ciertos hechos o tendencias de la ciencia.

“También incorporamos lo que llamamos la visión CTS: ciencia, tecnología y sociedad, es decir, la ciencia y la tecnología vistas desde lo social. ¿Para qué es la ciencia? No solo es reflejar un logro, un salto, algo interesante, sino abordar a quién beneficia, si tiene consecuencias negativas. No abordar la ciencia y la tecnología en un camino unidireccional, sino como procesos multidimensionales. No solo resultados, sino procesos, e introducir temas polémicos”.

La pandemia de covid-19 marcó otro giro en la historia de Juventud Técnica. Antes, habían vuelto los problemas de impresión. “A veces, la revista no salía, salieron solo tres números en un año −recuerda Iramis−. Decidimos cambiar el concepto: ser una revista multiplataforma, con diferentes salidas, en lugar de una revista impresa con sitio web”.

Así, luego de no imprimirse hace más de dos años, la revista Juventud Técnica se publica hoy en formato PDF y se vende vía las plataformas Transfermóvil y EnZona −Iramis señala que “todavía con dificultad para que el público la adquiera. Algunos lectores nos dicen que el proceso sigue siendo engorroso”−. El complemento son la versión web y perfiles en YouTube, Instagram, Telegram, X, Facebook, WhatsApp, Threads y Picta.

La producción para la web es independiente de lo que el equipo continúa llamando la “revista impresa” (aunque algunos contenidos de esta sí se replican en la web, aclara la directora).

“Se publica la revista en PDF con trabajos de mayor profundidad, y, además, tenemos en la web secciones sobre videojuegos, apps, IA, astronomía…, infografías, podcasts, audiovisuales, web series. Y se añade una producción específica para redes sociales, sobre todo en el canal en Telegram, la red en la que más crecimos durante la covid, aunque la más fuerte es Facebook, donde tenemos la mayor cantidad de seguidores.

“A partir de los festivales de innovación, también estamos ofreciendo servicios como manera de obtener ingresos para la editorial y para proteger lo más importante que tenemos: las personas”.

Según Iramis, el público de JT está conformado mayormente por jóvenes de 15 a 35 años. “Es complejo, porque son muy diferentes los muchachos de 15 a los que entran en la universidad o son graduados, o a profesionales y a los que tienen varios años de práctica profesional. Los estudios que hemos hecho nos indican que nuestro público más fidelizado son los jóvenes de 24 a 35”.

Juventud Técnica o cómo reinventarse en contextos cambiantes y crecer entre limitaciones

Iramis Alonso Porro: “Creo que hemos logrado tener en Juventud Técnica un equipo de calidad y defender el periodismo científico especializado, que es complejo en estos tiempos de rápido y fácil”. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Iramis Alonso Porro dirige Juventud Técnica hace 18 años. Su carrera la ha vivido en el periodismo científico-técnico, que le sigue apasionando.

Dinámica, abierta, con el criterio que le otorga su experiencia en la profesión y pródiga en la conversación −“Estoy hablando mucho, tú cortas luego”, dice a menudo, riendo−, habla de proyectos, problemas, limitaciones, sin que nada parezca nublarle la sonrisa. En la redacción de JT en el edificio de la Casa Editora Abril, en La Habana Vieja, rodeada de los miembros de su equipo, responde a nuestras preguntas.

¿Cómo es hoy la respuesta de los lectores? ¿Cómo interactúan con ustedes?

−Nuestros lectores interactúan, sobre todo, por Facebook y Telegram.
Además del canal en Telegram, tenemos un canal de comentarios y ahí es donde más la gente comenta trabajos, opina sobre los temas. Los que más comentarios generan están asociados a las tecnologías, las TIC, los servicios de telecomunicaciones, la IA, el software libre, las aplicaciones… Pudiera mencionar también, entre lo que más interés genera, los concursos de conocimientos, los temas de física −la comunidad de los físicos tiene un vínculo muy estrecho con la revista, de mucho tiempo; hay un concurso estudiantil, Físicamente Hablando, cuyo premio es publicar en JT−, las entrevistas de personalidad, las pseudociencias, los planes de estudio universitarios… Recuerdo un trabajo investigativo que hicimos cuando el caso Trust Investing, que fue muy comentado.

Si miras a los 60, los 70, los 80, y comparas aquellos años con los 2000, muchas cosas han cambiado: los ritmos de la ciencia, las áreas de desarrollo, la influencia del mercado, la IA, los modos de comunicación, el auge de las fuentes, las redes sociales y la saturación informativa que en ocasiones propicia el curso de las pseudociencias y los bulos… ¿Cuáles son hoy las ventajas y las dificultades, las complejidades para divulgar ciencia y tecnología?

−Cuando yo hacía periodismo científico a mediados de los 90 en Juventud Rebelde, íbamos al Centro de Información para la Prensa y buscábamos en las revistas, algunas publicaciones extranjeras, el servicio de Prensa Latina, otras agencias de noticias… Hoy es más fácil acceder a la información. Es más difícil la especialización, porque en el maremágnum de información es más complejo distinguir qué es lo más riguroso, dónde está lo más cercano a la verdad, sustentado en evidencias. Las verdades verificadas, porque la ciencia está en construcción a diario.

“En este punto, lo que defendemos es la especialización periodística, que es un proceso de aprendizaje: buscar dentro del espectro de las ciencias determinadas grandes áreas de especialización (informática, transformación digital, inteligencia artificial, biotecnología, industria farmacéutica, medioambiente)… Luego, la visión desde lo social: las ciencias sociales, sus procesos. Y dentro de esas grandes áreas del conocimiento, conocer las tendencias cubanas e internacionales, leyes y regulaciones, principales procesos, quiénes son en Cuba los expertos a quienes puedes dirigirte para una consulta sobre determinado tema... Eso es lo complejo, porque, además, implica tiempo de preparación, de lectura, de búsqueda, experiencia, muchas entrevistas, consultas, contrastes, y estamos viviendo una época en la que el tiempo escasea.

“No se puede hacer periodismo especializado con un año o dos de práctica profesional luego de graduado. Eso es lo más difícil hoy: sumergirse en ese mundo, donde hay expertos, hay 300 vídeos de YouTube, innumerables fuentes, redes sociales... A veces, es abrumador… Por eso, apostamos por el periodismo de profundidad: no tanto el logro, el salto científico o tecnológico como hecho, sino el proceso, priorizando la ciencia cubana y mirando el contexto internacional. Por ejemplo, hay cientos de fuentes, vídeos, artículos y noticias sobre la IA, una que sirve para esto, otra que sirve para aquello, y en ese contexto hay que hallar qué IA debe desarrollar Cuba, por qué, para qué. Creamos la sección Verifica JT, porque también hay cosas que hacen daño directamente a la vida de las personas, hay riesgos, hay pseudociencia, hay enfoques superficiales o irresponsables y noticias falsas entre todo el cúmulo de información.

“Es esencial la relación con los científicos como asesores o consultores, el conocimiento y el manejo de fuentes autorizadas, revistas especializadas”.

“Una de las particularidades, y uno de los apoyos que ha tenido la publicación, ha sido el consejo científico asesor, en el que han estado y están importantes personalidades de la ciencia cubana. Es de las cosas que tenemos la intención de refundar. También nos asesoran miembros de la comunidad científica que no forman parte del consejo”.

¿Y el equipo?

−El equipo está completo, la mayoría pluriempleados. Somos un medio afortunado, casi siempre tenemos el equipo completo. Porque la revista, aunque tiene el sitio web con una dinámica más rápida, da un margen para poder hacer varias cosas. Algunos, con más experiencia; otros llevan dos, tres años… La mayoría son jóvenes. Trabajan los audiovisuales, los podcasts, las redes sociales, las cuestiones de la IA.

“Tenemos un vínculo muy estrecho con la Facultad de Comunicación y es una relación que estamos potenciando para que siempre haya jóvenes en la revista. Si la revista se llama Juventud Técnica, es imprescindible que haya jóvenes. No tiene sentido una revista de ciencia que no tenga una mirada desde la ciencia, que trate de tecnología y no esté siempre tratando de cambiar sus procesos tecnológicos internos… Estamos mucho tiempo en la facultad, tenemos un sistema de pasantías para estudiantes. Por ejemplo, un estudiante concibió un proyecto, le abrimos una sección y está con nosotros aquí, trabajamos juntos. Hay proyectos que han nacido en la facultad para Juventud Técnica, como Chicas en la Ciencia, y hay otro, Bajo la Lupa, también con estudiantes de la carrera, que es un proyecto de reels para Instagram sobre temas de ciencia. Tenemos tesis que se hacen para Juventud Técnica y algunas llegan a proyectos. Una reciente trata de deporte y tecnología, pensada con una visión de narrativa multimedial; otra consistió en una colección de entrevistas a zoólogos, sobre biodiversidad, que se van a publicar semanalmente.

“Eso es fundamental para fortalecer el equipo, para mantener frescas las ideas y que Juventud Técnica continúe como una revista actualizada, tanto en materia de comunicación y en modos de hacer como en el espectro de temas científicos y tecnológicos”.

[En la conversación están presentes dos jóvenes miembros del equipo: Carla Gutiérrez Mouriz, con tres años de graduada, dos de ellos en JT, y Raúl Abreu Martín, cinco de graduado, casi tres en la revista.

Estando en la facultad, Carla, gestora de redes sociales y periodista, seguía el trabajo de Juventud Técnica por las redes sociales y la web. “En los inicios de la carrera, necesitaba un entrevistado para un trabajo de ciencia ficción y, sin conocerla, le escribí a Iramis por Facebook y me ayudó. Eso me marcó, me mostró la gran persona que es. Y me lo siguió mostrando cuando pasé a tenerla como jefa.

“Hace dos años me dijeron ‘están buscando a alguien para redes sociales’. Y aquí estoy. Hacer redes no es lo que me atrae especialmente, pero he podido hacer periodismo. Son personas que me apoyan en todo. Incluso, me han ayudado a formarme, a saber cómo ejercer el periodismo, porque acababa de salir de la universidad. Aquí hay un conocimiento colectivo, una construcción colectiva de ideas y consensos. Entre todos. Se me ocurre algo y no hay trabas, me dicen ‘adelante’ y ‘¿en qué te ayudo?’. Digo ‘necesito esta herramienta’ y me dicen ‘aquí la tienes’. Cada vez que hago una cobertura es un aprendizaje nuevo. En ocasiones, debo abordar un tema nuevo o del que no conozco mucho y ese apoyo colectivo me hace sentir que no estoy sola y puedo avanzar. Aquí descubrí que me gusta el mundo de la tecnología. Y me atrae todo lo relacionado con la IA, aunque ese tema lo lleva mi colega Raúl, que me recibió y me ha apoyado desde el inicio. A veces me aparecen oportunidades, porque es difícil hacer periodismo cuando no es muy bien remunerado, y me dicen ‘pero tienes que dejar Juventud Técnica’. Yo digo: ‘No, cualquier cosa menos Juventud Técnica’”.

Raúl empezó con una colaboración sobre el streaming. Al poco tiempo, en 2022, surgió una plaza y comenzó encargándose de la sección de videojuegos, coberturas y la gestión de redes. Hace dos meses también asumió la sección sobre IA.

Para Raúl, “lo más importante es sentir que estoy haciendo periodismo. Un periodismo difícil, porque los temas de ciencia y tecnología son complejos: muchos lectores son conocedores, expertos, lo cual implica una responsabilidad para el periodista, pero, a la vez, otros no lo son y hay que estudiar, comprender los temas para comunicarlos en una forma en que todos puedan entender. Los retos y el aprendizaje son constantes, pero, sobre todo, la realización. Desde que estoy en Juventud Técnica, el equipo se ha ido renovando. Algunos se han ido por cosas de la vida, pero se mantienen apoyando, colaborando, se sienten aún parte de la revista. Ha habido cambios, pero no los hemos sentido mucho, porque la esencia del equipo permanece con Iramis, con Yanel, y a la vez se ha beneficiado con la llegada de gente muy joven”].

Iramis, según las vivencias y la experiencia de estos 18 años, ¿qué es gratificante y qué es difícil?

−Difícil es cómo llegar adonde debemos. Somos una revista nacional que es habanera. Eso es muy difícil. Trabajamos con los recursos de movilidad limitados. No puedes contar la ciencia de Cuba sin estar ahí, en Cuba, en el lugar; sin ver ni palpar, atestiguar. Hoy hay un contexto que, en mi opinión, dificulta aún más las cosas: una confusión entre comunicación y periodismo. Muchas entidades, también de la ciencia, hacen determinadas cosas para sus redes, como eventos (y nosotros no vamos al evento tanto a cubrir las generalidades como a buscar temas, fuentes…). A veces te dicen “ya eso se puso en las redes sociales y no hace falta que un periodista hable de eso”. Según ese punto de vista, la información ya está ahí, en esa publicación general y breve en redes: hubo un evento, se habló de esto y de aquello.

“Todo esto hace más complejo el acceso a las fuentes, porque a veces la fuente te dice: ‘Eso ya se publicó’ o ‘ya eso se publicó en tal lugar’, pero nuestra visión es otra y vamos ahí a indagar de otras maneras. Nuestro perfil, nuestro modo de contar y nuestro público son distintos, aunque estemos abordando el mismo tema. Y los temas son tan amplios que nunca se agotan, ni los puntos de vista o modos de abordaje.

“Hay dificultades para acceder a ciertos espacios, por causas económicas, porque necesitas ir a un lugar al que no puedes llegar, porque no hay un presupuesto para ir, o te limitan la cantidad de personas, no puedes estar…

“¿Lo más feliz? Poder seguir haciendo lo que hacemos. Los lectores nos siguen preguntando, comentando... Cada seguidor que nos pregunta, que nos critica, que comparte nuestros contenidos, es una persona que nos está atendiendo, a quien le importa lo que estamos haciendo. Llegas a un lugar y te dicen: ‘La revista no existe, pero los sigo por redes sociales’. Creo que hemos logrado tener en Juventud Técnica un equipo de calidad y defender el periodismo científico especializado, que es complejo en estos tiempos de rápido y fácil”.

 

¿Cómo ves los próximos años, qué tienes en mente?

−Creo que los medios tienen en la IA muchas herramientas que pueden contribuir. Nosotros estamos haciendo algunas cosas, estamos automatizando procesos, aún comenzando. Hicimos una APK para la editorial, para facilitar la venta de las publicaciones de la editorial, con un sistema más sencillo, pero nos dimos cuenta de que al final tienes que ir igual a la pasarela de pago. Hay que reevaluar la aplicación que propusimos.

“Creo que el futuro está por ahí. Es fundamental aumentar el equipo, aunque trabajamos también con colaboradores, tanto del mundo del periodismo como de la comunidad científica, de la academia, para lo que nosotros necesitamos, que es periodismo investigativo. Y hay que tomar en cuenta el contexto económico cubano y el hecho de que no somos una revista arbitrada; en el caso de los científicos, a la hora de hacer una publicación divulgativa no aportamos valor de evaluación para sus categorizaciones.

“Los caminos van por ahí, automatizar procesos, para dedicarnos a lo más importante, que es investigar. Y ampliar el espectro de las ciencias, pues a veces estamos incapacitados por las limitaciones de movilidad, de llegar a las fuentes, a los sitios… A veces se hace por WhatsApp, pero no es lo mismo. Se han hecho, por ejemplo, entrevistas de personalidad por esa vía. Pero si vas a hacer un perfil a profundidad, tienes que dar color, ambiente, mirar a la gente, su entorno, su actividad. Si logramos automatizar muchos procesos usando la IA, podremos dedicar más personas y fuerzas, más tiempo, a profundizar y llegar a esos lugares, apoyándonos, además, en un esquema de servicios [hoy ofrecen servicios editoriales y digitales, audiovisuales y de publicidad] que nos permita autofinanciarnos”.

Casi dos décadas al frente de Juventud Técnica… ¿Cuál es el balance?

−Este es el proyecto de mi vida. He sido muy feliz en el periodismo, porque he hecho el periodismo que me gusta, aunque no exento de dificultades, como le ha pasado a todos, en cuanto a tecnología, materiales, dificultades con las fuentes, incomprensiones. Pero esas dificultades se disfrutan también. Las complejidades, los debates, buscar la llaga, lo que hay que transformar... El periodismo es eso. El que estudió Periodismo y esperaba un mar en calma, se equivocó de carrera.

“De los tantos temas que me interesan, para mí la ciencia es un aprendizaje permanente. Es un mundo que obliga a estudiar todo el tiempo, que me apasiona. Esa idea de que la ciencia es una aventura. Y es lo que vivimos aquí: descubrir, descubrir, descubrir…

“He sido muy feliz en esta revista. Creo que es un regalo que me hicieron en mi vida profesional”.