La Habana, 24 mar - Este 24 de marzo se cumplen 20 años de la premier en el cine Chaplin de la película cubana Miel para Oshún, del reconocido director Humberto Solás y protagonizada por Jorge Perugorría, Isabel Santos y Mario Limonta.
La trama versa sobre un cubano que regresa, luego de vivir desde su infancia en Estados Unidos, y se encamina a la conformación de un testimonio conciliador, humanístico, entre los cubanos de adentro y los de afuera, entre todos los que elijan el camino del amor al país y del comportamiento ético respecto a su presente y su futuro, publicó hoy el portal Cubacine.
En el sitio, perteneciente al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), se refieren a cómo este filme significó la razonable y momentánea renuncia de Humberto Solás a los filmes histórico-literarios (Cecilia, Amada, Un hombre de éxito, El siglo de las luces).
Su breve renuncia se convirtió en este filme que aborda la contemporaneidad desde la apuesta por la reconciliación y el amor a lo propio, simbolizados en el abrazo entre la madre ausente y el hijo extraviado, las aguas dulces de Oshún y las salobres de Yemayá, la Cuba entrañable y la ajena.
Humberto Solás expresó en una ocasión que Miel para Oshún no se propone avivar el fuego de la polémica, del cisma, sino, por el contrario, reflexionar sobre las consecuencias del mismo, y ayudar a restañar las inevitables heridas.
Ello no quiere decir que la obra tenga un carácter de imparcialidad, pero sí es respetuosa en su celebración del reencuentro. La lectura es directa y franca. No hay espacio a maliciosas conjeturas. Es así como concibo el cine de la contemporaneidad en Cuba, compartió el cineasta.
Cubacine resalta el vínculo de Jorge Perugorría, Isabel Santos y Mario Limonta, trío protagónico, con Humberto Solás en este proyecto que terminó siendo una fusión de melodrama, tragedia, roadmovie y comedia de costumbres.
Indica que, en sus respectivos personajes, le proveen unidad y coherencia a un filme rodado en solo seis semanas, con un equipo técnico y artístico mínimo, bajo presupuesto y locaciones a lo largo de toda la Isla (La Habana, Varadero, Sancti Spíritus, Camagüey, Holguín, Gibara y Baracoa).
Entre los triunfos del filme, subraya la apertura de la brecha del cine cubano a la tecnología digital, y al entusiasmo que sembró, que luego dio vida, en Gibara, al Festival Internacional del Cine Pobre, aupado por similares principios de moderación y frugalidad, empleo de nuevas tecnologías y democratización del audiovisual.