Como de la noche a la mañana, las distintas emisoras radiales del país nos sorprendieron un buen día con el encanto de títulos como Un montón de estrellas y Guajiro natural, movidas piezas que estaban a cargo de un tal Fernando Borrego, quien no es otro que el compositor e intérprete pinareño, más conocido como Polo Montañez.
Con la original propuesta de sones y guarachas de su propia inspiración, contenidos en el cd Guajiro natural (2000), Polo nos reiteraba la poderosa embestida de la música originaria de nuestros campos cuando llega a ser asumida con la honestidad, el talento y la sencillez, provenientes tanto de su quehacer, como de su forma de ser como persona.
Precisamente, el tema Un montón de estrellas alcanzó un inesperado éxito de popularidad, capaz de trastocar el rumbo de artificiosas campañas de marketing de otros contextos musicales como si el arte no estuviera estrechamente vinculado con el irrefutable criterio de la evidencia, plasmado en los hechos acaecidos con este relevante suceso artístico. No hay otro modo de explicar la rápida y masiva acogida que tuvo entre nosotros, esa que lo condujo a convertirse en la celebridad Polo Montañez, y mucho menos tratar de justificar la euforia provocada por esta obra en países como Colombia, México y Francia, entre otros.
Polo era carbonero, o cortador de caña. Como afición se entregaba a su pasión por la música, y fue descubierto, para el asombro y beneplácito de multitudes en todo el mundo. Cuando personalidades del rango artístico del boricua Gilberto Santa Rosa incluyó en su repertorio activo la versión de Un montón de estrellas, al mismo tiempo que era invitado para compartir el escenario con luminarias como Compay Segundo y el panameño Rubén Blades, Polo sabe que a menos de tres años del despegue de su carrera como profesional y con solo dos discos grabados, se había logrado colocar entre las leyendas de la música popular de la época, sin que por ello la fama se le subiera a la cabeza.
A pesar de tener el respaldo de favorables condiciones económicas, nunca abandonó su terruño pinareño como tampoco las esencias raigales que lo definieron en su ennoblecedor Homenaje a José Martí, al igual que en el compromiso de musicalizar el poema Regresaré, del Héroe de la Patria Antonio Guerrero.
A 20 años de su desaparición física, el legado de Polo Montañez desborda con mucho la alegría de vivir, esa que desde sus canciones se ha impregnado para siempre en nuestras almas. Como pocos, Polo supo colocar en su justo lugar el valor de la humildad y el de la naturalidad como ser humano, incluso entre encumbradas figuras del arte contemporáneo.