Urge aprovechar nuestra tradición televisual para seguir llevando a los hogares cubanos los valores y las expresiones más auténticas de la identidad que se expresan en la música, entre otras manifestaciones culturales.
En el siglo XXI las tecnologías influyen en la construcción de un nuevo sujeto digital, significativamente cambiaron las maneras de la participación ciudadana asumida mediante los usos y las apropiaciones de diferentes mercancías.
La creciente conjunción de ordenadores, pantallas, videojuegos, familiarizan a los públicos con modos de conocer el mundo, a lo cual se añade la conciencia de pertenecer a regiones mucho más amplias que al propio país.
Dado ese panorama urge aprovechar nuestra tradición televisual, espectadores de diferentes edades acuden a referentes socializados por ellos mismos en los productos comunicativos.
Poco reflexionamos sobre el hecho de modelar la realidad teniendo en cuenta las funciones de las imágenes y sus valores denotativo (el contenido inmediato) y connotativo (no lo que se percibe, sino lo que se lee). Ambos están presentes en las manifestaciones artísticas; estas son capaces de adelantar una idea, anticiparse al conocimiento social, movilizar la sensibilidad y las emociones.
Lo patentiza, por ejemplo, Omara Portundo en un variado y hermoso repertorio. En recientes emisiones de varios programas en los canales Clave y Cubavisión lideró como cultora excepcional de géneros diversos, pues nunca hace alardes gratuitos, impresiona por la musicalidad mediante su voz inconfundible, expresa sabrosura, sensualidad y fuerza expresiva.
De ningún modo por azar se hicieron visibles las conexiones de la intérprete con la trova cubana, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y los testimonios de grandes compositores de todos los tiempos, la actualidad de los ritmos populares que desde Cuba llegan al ámbito internacional.
Fueron presentados discos, entre ellos el álbum Omara siempre (Egrem), en el que ella muestra la necesidad de permanecer y seguir cultivando lo nuestro de manera auténtica, personal.
Al contemplarla en el escenario, en fotos y audiovisuales, los televidentes comprenden que la música es una de las mejores armas de expansión cultural reconocida en todo el planeta.
Es preciso seguir articulando los nexos entre la industria cultural y los medios de comunicación, así nos libramos del cerco informativo que nos obvia en determinados eventos allende los mares.
Imposible olvidarlo, Umberto Eco desmitificó la expresión público inteligente, usada por algunos realizadores al referir que el público no solo debe comprender los contenidos del mensaje, sino el modo en que el mensaje transmite los contenidos. En las puestas elaboradas con un punto de vista muy bien definido, en las cuales los creadores saben lo que quieren decir, se desmontan los significados, aunque el espectador carezca de conocimientos académicos, puede descifrarlos a partir de la interpretación inteligente.
Si hace algunos años hablábamos de la imagen, hoy hablamos de la visualidad, de lo que es necesario ver –no solo mirar– para movilizar a las personas y producir la criticidad cognitiva.
En ocasiones preponderan reclamos de valores per se: lo lindo, lo atractivo, sin estimar que cada programa debe portar un grupo de valores en sí mismo, por lo tanto, demanda evaluaciones del producto-mensaje televisual en su conjunto.
Tampoco debe escapar a la percepción de las mayorías que el patriarcado se reproduce a nivel simbólico en textos de canciones, chistes banales, propuestas homofóbicas.
¿Qué hacer ante estas y otras problemáticas? Ante todo, aplicar las formas novedosas de contar para asumir una comunicación con perspectiva de género. Crear desde la perspectiva del cambio requiere seguir cohesionando alianzas entre las instituciones, lo que permitirá mayor claridad conceptual en el campo de la información.
El fortalecimiento de estrategias dirigidas a la promoción y la difusión masiva de la cultura influye en el televidente que aprecia la calidad de los diálogos en una ficción, el estilo de un buen intérprete musical o las reflexiones de personalidades empeñadas en robustecer las capacidades afectivas de la familia cubana.