Existen ideas inapelables, esta es una de ellas, “conservar los monumentos históricos arquitectónicos de un país es impedir que desaparezcan los testimonios más sólidos de su cultura”. El eterno novio de La Habana, Eusebio Leal, dijo una vez que “la belleza es tan importante para la vida como el pan”.
Eusebio sabía de lo que hablaba, consagró su vida en darle belleza a su Habana. Cada 27 de enero se celebra el Día Internacional del Conservador Restaurador, fecha acordada desde el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales que tuvo lugar en Granada en 2011, profesiones que se encargar de velar por el rescate de la historia.
Entre las instituciones cubanas encargadas de formar las nuevas generaciones dedicadas al arte de la restauración y la conservación del patrimonio cultural y arquitectónico se encuentra la Escuela Taller de La Habana Gaspar Melchor de Jovellanos.
La Escuela Taller, fundada el 6 de abril de 1992 por la Oficina del Historiador con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional, se encarga de la formación de jóvenes en oficios como la albañilería integral, la carpintería, la plomería, pintura de obra, restauración general, arqueología, forja, entre otros.
Bajo el principio martiano de “aprender haciendo”, en estos 31 años de fundada se han culminado 20 cursos, graduando cerca de dos mil estudiantes. En la actualidad cuenta con una tercera generación de profesores que han mantenido vivo el ideal de Eusibio Leal de crear un centro docente para el rescate del patrimonio tangible.
El director de la Escuela Taller, Carlos Bauta Martín dijo a Cubadebate que “la escuela se crea por un esfuerzo de Leal, con la cooperación española. Él siempre vio La Habana Vieja no como un lugar vacío o un museo, sino como un lugar habitado, y esas mismas personas debía ser quienes sustentaran el desarrollo de la comunidad”.
“Dentro de la obra social de La Habana Vieja, Leal también tenía una preocupación que era dar un oficio a un grupo de muchachos que no tenían perspectivas de estudiar una carrera universitaria pero necesitaban una fuente de ingresos. Entonces él decide crear una escuela taller, donde además iban adquiriendo un sentido de pertenencia hacia la profesión y hacia el grupo social en que estaban trabajando”.
Inés María Ofarri, Profesora de Protección e Higiene del trabajo y miembro del grupo de comunicación del centro explicó que todos los estudiantes culminan con una formación integral, igualada tanto en la teoría como en la práctica de los mismos oficios.
“Creo que en cierta medida la escuela los cambia para bien y los inserta en la sociedad”, añadió. Además afirmó que a pesar de ser trabajadores en formación la institución mantiene el vínculo con la familia.
“Tenemos una matrícula muy inclusiva, en el último curso más del 30% de los graduados fueron muchachas”, comentó Carlos Bauta. Además resaltó el ambiente cultural vinculado al patrimonio que existe en la escuela y el rol tan importante que desempeña esta desde el punto de vista social.
Las labores de restauración con valor patrimonial en que han trabajado los estudiantes alcanzan las cifras de más de 100 obras en el Centro Histórico de La Habana Vieja y otras localidades; entre ellas figuran El Capitolio, La Basílica de San Francisco, la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Plaza de Armas, el Palacio de los Capitanes Generales, la muralla de mar, entre tantas otras.
Leal en un acto de graduación les invitó a no olvidar que son jóvenes cubanos que tienen una identidad, una familia, una tierra, una patria. Los alumnos graduados de este centro de estudio pasan a desempeñar su vida laboral en la OHCH, esto posibilita garantizar la ocupación de disímiles jóvenes dentro y fuera de La Habana.