Hace cinco años Cubadebate convocó a una encuesta sobre los gustos musicales de los cubanos. El 24 por ciento de los que participaron votó por el pop, el 15 por el son y todas sus variantes, 14 por la trova y la Nueva Trova, el 11 por el rock and roll, el 10 por la música tradicional cubana y el reguetón, y el 8% por la música electrónica. Las menores puntuaciones fueron para el jazz, el hip-hop, el trap y el rap.
Los resultados arrojaron que las principales vías para consumir la música eran “por otros medios”, seguido de internet, televisión, discos y la radio. Los encuestados prefirieron la música extranjera (66 %) sobre la nacional (34 %) y valoraban la calidad de las propuestas que divulgaban las instituciones culturales como regular.
Cinco años después, la realidad es diferente. Escribir sobre los gustos musicales de los jóvenes y ser exactos es prácticamente imposible porque cada persona tiene preferencias distintas que van desde la canción romántica y el reguetón hasta la rumba, el guaguancó, el k-pop, las rancheras...
Cada cual es libre de escoger los distintos momentos y lugares para escuchar música. Otras veces, somos víctimas de terceros y nos toca sumergirnos casi por obligación en sus gustos musicales. La mayoría parte del concepto de elegir el playlist acorde al estado de ánimo, el lugar, la compañía, o poner el teléfono en bucle, aleatorio..
Del 2018 a la fecha muchas cosas han pasado─ demasiadas de hecho─ incluyendo una pandemia y casi dos años en los que se perdió el contacto con la música en vivo. No obstante, el arte fue el escape de muchos para no ser víctimas de la soledad y el encierro. La covid-19 dejó huellas en cada persona, y también en la manera en que ven y disfrutan determinada propuesta artística.
Aun queda como asignatura pendiente valorar cómo afectó este período de impasse al consumo musical de los cubanos, y en esa tarea están metidos de lleno los especialistas del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC). Próximamente publicarán los resultados de los sondeos.
“Las investigaciones realizadas por el ICIC Juan Marinello en temas de prácticas culturales, desde la primera encuesta nacional desarrollada en el 1998 hasta la actualidad, se destaca el gusto y consumo de la música como una práctica de gran relevancia”, explicó a Cuba Joven Pedro Emilio Moras Puig, investigador del centro en el área de participación y consumo cultural.
Esos resultados, agregó, no remiten necesariamente a espacios donde se oferte, sino que contempla la música como banda sonora de la vida de las personas en general.
Los más jóvenes tienden a ir más a conciertos, pero también se consume música por la televisión, la radio y los dispositivos digitales, incluyendo internet. “Evolutivamente, el consumo de música se relaciona con el de los audiovisuales”, explicó el también profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
En este sentido, agregó, el crecimiento de la preferencia por los audiovisuales no significa que la gente vaya al cine, sino que ese consumo también se realiza a través de vías alternativas a la programación estatal, donde el espectador tiende a construir una parrilla variada, acorde a sus gustos e intereses.
La fuerza de la imagen ha disparado el consumo del videoclip, y por internet, el consumo de música tiende a hacerse justamente a través de esta modalidad.
“En las mediciones de las investigaciones hechas por el Instituto Juan Marinello se detectan regularidades que han transitado desde la década de los 90’ y el predominio que tenía la música popular bailable y la romántica, a la actualidad, donde desde hace algunos años se está imponiendo con gran fuerza el reguetón. Esos serían los tres géneros que tienden, en una mirada macro, a distinguirse”.
Pese a estos resultados, el investigador refiere que los asuntos referentes al consumo hay que verlos desde la perspectiva de la diversidad cultural de la población.
“No se deslegitima el consumo de otros géneros musicales que tienden a estar focalizados en grupos poblacionales específicos. Por ejemplo, la música de concierto o la llamada clásica la prefieren estudiantes u otras personas con determinadas competencias culturales”.
El rock tiene sus seguidores que han incrementado discretamente a partir de determinados espacios en la televisión que promueven este tipo de ofertas. Lo mismo sucede con el hip-hop, acotó, que tiende a tener un acento un poco mayor. Por otra parte, la música campesina es muy popular en áreas rurales.
“Lo interesante de la música es justamente estudiar la diversidad y las identidades culturales que están acompañando determinados tipos de consumo. Eso te permite una visión más integral”, añadió Moras Puig.
Sobre la preferencia por la música del patio o la extranjera, el investigador comentó que depende del boom que exista en el momento. “Hay veces que se fusiona en gran medida lo foráneo con los autóctono, no obstante, actualmente hay un altísimo consumo de reguetón de intérpretes nacionales. Hay una tendencia a buscar los productos cubanos y eso no sucede solo en la música. Por ejemplo, en la televisión, las áreas de mayor consumo son los policíacos y las telenovelas cubanas”.
La música romántica, por el contrario, si tiende a tener una parrilla más diversa donde lo foráneo puede tener un acento mayor porque la producción, indiscutiblemente, es superior.
Algunos resultados concretos
En la investigación “Adolescentes en barrios capitalinos y sus prácticas de consumo cultural”, de un colectivo de autores del Centro Juan Marinello, realizado en el 2017, destacó que el reguetón, seguidos por el pop, el hip-hop y la discoteca son los géneros de mayor aceptación por esa muestra.
“Al comparar con la segunda encuesta nacional de prácticas culturales de 2008 existe un significativo decrecimiento de la música popular bailable en este grupo etario, lo que ratifica el carácter dinámico del consumo a partir de nuevas expresiones musicales”.
Por el contrario, en la investigación “Consumo cultural desde las experiencias y prácticas de jóvenes estudiantes universitarios” de Pedro E. Moras, María de Lourdes Reyno y Yisel Rivero, también de 2017, en este segmento poblacional los géneros predilectos son el pop y la música romántica.
Las cifras registradas resultan similares en las facultades de Derecho y Psicología en comparación con los de Matemática y Computación, que refieren gustos particulares por el rock y el jazz.
Como dato peculiar aparece el gusto por la Nueva Trova (47.2%) en Derecho, y reguetón (40.4%) en psicología. Para ambos grupos la popular bailable resulta un género de interés (56.6% y 50% respectivamente).
Los géneros de menor aceptación fueron la música campesina que no puntúa en ningún caso y la música tradicional mexicana. “Evidencias anteriores reportadas en encuestas nacionales indican el asentamiento y preferencia de estos géneros en zonas rurales del país, lo que justifica su pobre incidencia en la muestra estudiada. Resulta preocupante que la música tradicional aparezca con escasa referencia en estos grupos”, explicó la investigación.
Por otro lado, en “Participación y Consumo Cultural de adolescentes y jóvenes” investigación de Pedro Emilio Moras Puig y María de Lourdes Reynó de los Ríos, del 2018, salió a relucir que la práctica cultural más frecuente en la vida diaria de los encuestados es escuchar música (entre 75% y 81%).
Esto se concreta a través del uso de medios masivos (radio y televisión), celulares, reproductores mp3 y bocinas bluetooth. El uso de estos soportes es mayor que el de los espacios institucionales, pues es escasa la asistencia habitual a teatros y espectáculos relacionados con esta manifestación.
El 96. 4% de los adolescentes afirmaron que disfrutar de la música ocupa un lugar especial en sus prácticas culturales, al margen del soporte en que esta se les presente.
Su consumo se realiza a través de múltiples vías como la radio, la televisión y, en dependencia de las posibilidades de acceso, otras tecnologías como reproductoras de CDs, computadoras, mp3, mp4, etc.
Esta práctica constituye a su vez un eje estructurador de espacios de sociabilidad significativos para esta edad, como fiestas u otras actividades de interacción grupal. La asistencia a espectáculos musicales en vivo también tuvo cierta relevancia para esta franja poblacional (26,2%).
En el texto “Adolescentes y consumos culturales en consejos populares de Centro Habana” (2019) también del Juan Marinello, el reguetón, seguidos por el pop, y el hip-hop son los de mayor aceptación. Ese orden de preferencia también se obtuvo en una investigación del 2018 que incluía a adolescentes de Marianao.
“El reguetón es el género que más escuchan los adolescentes de Centro Habana estudiados. Ello es coherente con lo que sucede a nivel mundial pues según rankings realizados por diferentes medios de difusión musical, tales como Spotify, Youtube, estaciones de radio y revistas especializadas, este es el género de mayor popularidad”, cita la investigación.
Vale señalar que este resultado presentó un sesgo a lo interior, pues en la encuesta no aparece el trap, género urbano que también ha ganado gran cantidad de seguidores. Al no encontrarse, este fue señalado en el mismo ítem que el reguetón por sus cercanías rítmicas.
La música popular bailable se mantiene lejos de los índices de preferencia de los adolescentes desde el 2008. “Sucede diferente en el caso de la música campesina, la cual ha pasado de ser la menos escuchada en el 2018 con un 0.7% a un 15,93 % en el 2019”.
La escucha de la Nueva Trova tuvo un decrecimiento, aunque poco notable pues pasó de ser la tercera menos escuchada a la menos escuchada.
Desde Cuba Joven hicimos nuestra propia encuesta y queremos que la escuchen, aunque vale aclarar que esta muestra no representa a la mayoría de la población cubana, sino a un pequeño grupo.
¿Qué música prefieren los cubanos?
(Tomado de Cuba Joven)