La Habana, 22 nov (Prensa Latina) Un sentimiento de nostalgia abraza hoy a miles de corazones, cuando invade el recuerdo de quien viajó a la eternidad en esta fecha y privó así a Cuba y al mundo de su voz: eterno Pablo Milanés.
Con armoniosos acordes, el cantautor y premio Nacional de Música 2005 prestigió el movimiento de la Nueva Trova en su país junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola, y con igual virtuosismo exploró casi todos los géneros de la música popular cubana y de América Latina y el Caribe.
Yo no te pido, Los años mozos, Cuba va, Hoy la vi, Yolanda, No me pidas, Los caminos, Pobre del cantor, Yo me quedo, Hombre que vas creciendo, Yo pisaré las calles nuevamente, entre otras letras, esculpieron la majestuosidad de un músico admirado por encima de las más diversas ideologías.
Con el apoyo de varios colegas, creó su agrupación a mediados de la década del 70 del pasado siglo, período matizado por la riqueza de los recursos musicales y estilos que empleó para trasladar a sus seguidores la profundidad de sus textos.
Grabó más de 40 álbumes en solitario a lo largo de su carrera, sumado a una quincena de colaboraciones con el Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y otras producciones en las que unió su maestría a la de varios intérpretes. Sobresalen entre estas un disco homenaje titulado Querido Pablo, grabado con amigos y artistas de renombre como Víctor Manuel, Ana Belén, Luis Eduardo Aute, Mercedes Sosa, y muchos más.
Fue nominado al Premio Grammy Latino por Vengo naciendo, mejor álbum de música pop 2000, y conquistó en España el lauro La Mar de Músicas 2017.
Pablo Milanés y su obra permanecen invariables en el gusto del público y la crítica. En opinión del musicólogo cubano Leonardo Acosta “(…) los temas tratados en sus textos pueden ser amorosos, políticos, sociales o reflexivos sobre el paso del tiempo, la adolescencia, la juventud perdida, los avatares del trovador, la amistad o la alegría de vivir”.
El artista legó al partir, hace un año en la ciudad de Madrid, la impronta de una voz que aún perdura entre quienes la admiraron por última vez en Cuba y fuera de ella, cual cálido adiós a la eternidad de sus melodías.