El compositor José Urfé visitó un día en Madruga a su amigo Rafael Armenteros y la charla fue aromada por el café que les ofrecía la juvenil María Josefa González, quien junto a su mamá visitaban el pueblo habanero, pues la señora enferma deseaba curarse en las aguas medicinales del lugar.
María Josefa, a quien todos nombraban Fefita, despertó la inspiración de Urfé, quien quiso obsequiarla con un danzón. No quedó mal el autor de El Bombín de Barreto cuando estrenó la pieza en el Centro Familiar el 24 de febrero de 1925 llenando de regocijo a la joven matancera.
Según la anécdota que me refiriera el investigador Eduardo Robreño, la composición llegó a la capital habanera por el director de orquesta Cheo Belén Puig, quien luego de ensayarla y montarla rompió los papeles con la música para que nadie pudiera copiarlos.
Cierta vez que Belén Puig y Antonio María Romeu participaban en una tanda, tocó el primero la música de Fefita y “El mago de las teclas” se prendó de tal forma de la obra que viajó a Madruga, donde le solicitó encarecidamente al compositor la partitura.
El danzón Fefita causó sensación en su época y tanto conquistó el favor del público que se les advertía a las orquestas que si en sus actuaciones no incluían la aplaudida composición no se les pagaría.
Otras musas
En el danzón, la mujer siempre ha sido fuente de inspiración y así lo atestiguan numerosas obras dedicadas a ella. La Macorina, la primera que manejó un automóvil en nuestro país, fue inmortalizada en un sabroso danzón; Antonio María Romeu compuso los titulados Amalia, Angélica, Cecilia, Etelvina, Eva, Juana Elena, La Negrita Amelia, Nenita, María Teresa, Yoya, Emilio Reinoso, Cleopatra; a Tata Pereira se deben Marta, y Carmen; Enrique Peña creó Isabelita no me quiere; Eliseo Grenet, Ay, mamá Inés, Catalina y Julieta; el recordado Miguel Faílde dio a conocer Nievecita; Oscar Calle, Pilar; Luis Casas Romero, Chelito y Jorge Anckermann, En qué piensa Guillermina y Diana en la corte, entre otros.
También cultivaron el género, las creadoras Coralia López, quien escribió Isora Club; Zenaida Romeu, Amor de mis amores y Sueño de un anochecer, y María Álvarez Ríos, quien compuso el danzón para piano Mamá Charo y dirigió el estreno de veintiocho obras para la celebración del Año del Danzón.
Ellas, las intérpretes
En 1928, surgió la Charanga de Doña Irene, que muy buenos danzones hacía sonar. Otra orquesta que por la década del 20 se dedicó a cultivar el género fue la conocida como Edén Habanero, cuya vocalista era Rosario Martínez. El danzón tuvo otras cultivadoras como Dominica Verges, quien se presentó con varias agrupaciones y, entre ellas la famosa orquesta Siglo XX, sin olvidar a Juana María Leonard, que con la agrupación de Ramoncito Coto, llenó las ferias de Los Precios Fijos en la capital cubana. Otra de las grandes cantantes cubanas, Paulina Álvarez, lo marcó con su bello acento, además fue la primera voz femenina en la historia del danzonete.