Con una gala de lujo, diversa en estilos y nacionalidades culminó hoy el 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso.
La clausura devino un exponente más de la esencia del evento: mostrar en un mismo escenario disímiles formas de la danza e integrar diferentes artes.
Carmen, de Alberto Alonso, permitió al extraordinario artista brasileño Marcelo Gomes debutar en el papel de Don José, junto al Ballet Nacional de Cuba (BNC), y su propia directora actual, Viengsay Valdés, en la piel de la sensual gitana.
Dani Hernández como Escamillo, Ányelo Montero como Zúñiga y Gabriela Druyet como El Destino aportaron brillo a la puesta de ese clásico de la coreografía de este país caribeño.
La función en el Teatro Nacional incluyó además un fragmento de Nuestros valses, del coreógrafo venezolano más universal, Vicente Nebrada, en hermosa interpretación de la Compañía Colombiana Incolballet, sobre una partitura de Teresa Carreño, que tocó en vivo el virtuoso pianista cubano Marcos Madrigal.
Ayaha Tsunaki y Joseph Gray, del Dresden Semperoper Ballet, de Alemania, demostraron gran fluidez en Un dulce hechizo de olvido, creación del británico David Dawson.
Mientras la gran bailarina mexicana Elisa Carrillo y el ruso Mijaíl Kaniskin deleitaron al público en Multiplicidad. Formas de silencio y vacío, concebida por el español Nacho Duato a partir de la música y vida de Johan Sebastian Bach.
Por su parte, la bailaora flamenca Patricia Donn arrancó aplausos con una coreografía propia, Farruca “Luna Nueva”, a partir de una pieza musical de su coterráneo, el español José Jiménez “El viejín”, reconocido guitarrista gitano.
Los primeros bailarines rusos Maria Iliushkina, de la compañía del Teatro Mariinsky, y Semyon Chudin, del Bolshoi, asumieron con bravura el paso a dos conocido como El cisne negro, del tercer acto del clásico El lago de los cisnes.
En tanto, los primeros bailarines del BNC Anette Delgado y Dani Hernández encantaron a la audiencia transformados en estatuas de hielo en Invierno, de la coreógrafa Ely Regina Hernández.
Para dejar clausurada la cita, se reservó el estreno de Gitanerías, coreografía del español Joaquín de Luz que él mismo bailó junto a la cubana Viengsay Valdés.
Ninguno de los dos tiene nada que probar, son danzantes de gran magnitud y se dieron el gusto de jugar con sus cualidades personales, aún en plenitud, y la complicidad de la amistad.
Los destacados pianistas Aldo López Gavilán y Marcos Madrigal, acompañaron a Valdés y De Luz con maravillosas interpretaciones en vivo de piezas de Ernesto Lecuona.
Finalmente, se abrieron las cortinas una última vez para que una audiencia agradecida pudiera vitorear al BNC y algunos de sus maestros, así como a los artistas foráneos que pudieron quedarse hasta el último día, pues la mayoría debió partir antes por compromisos profesionales.
Del 28 de octubre al 10 de noviembre, La Habana devino gran centro de la danza mundial con bailarines de más de 15 países, algunos de los cuales pasaron aquí el huracán Rafael y actuaron instantes previos a subirse a un avión.