Moviéndose cual mariposa y con jabs como aguijonazos de abeja, Julio César La Cruz volvió a vivir hoy un día mágico en el boxeo olímpico para darle a Cuba su sexta medalla dorada en Tokio 2020.
Con su estilo poco ortodoxo, pero efectivo como el que más, La Cruz exhibió desplazamientos limpios, precisión de cirujano en el golpeo y el carácter propio de esos guerreros que saben levantarse, luego de sus sinsabores camino a Beijing 2008 y en Londres 2012.
Rumbo a la capital de China no logró la clasificación y en el Reino Unido cayó en cuartos de final cuando todos apostaban a su figura, sin embargo, la historia dio un giro de 180 grados, coronó su esfuerzo en Río de Janeiro 2016 y ahora acaba de proclamarse el undécimo bicampeón olímpico del pugilismo de la isla.
'Yo lo dije y lo cumplí', dijo después de abandonar el cuadrilátero, quien es conocido como 'La Sombra', uno de sus epítetos en el arte de Fistiana, porque también suele ser 'El Doctor' que vacuna a rivales como Muslim Gadzhimagomedov, representante del Comité Olímpico Ruso, en la división de 91 kilogramos.
Y es que salvando las distancias, el peleador caribeño, de 31 años, cumplió al pie de la letra la mítica frase de Muhammad Ali: 'Vuela como una mariposa y pica como una abeja', aunque muchos no apoyen su accionar desde la larga distancia, en la cual –crea- es una maestro de maestros.
Gadzhimagomedov nunca fue un rival de consideración en el ensogado de la Arena Kokugikan, porque más allá del talento individual, el cubano siempre creyó en la victoria: No dudé ni un segundo, espetó en la zona mixta.
Las lágrimas se me salen. Muchas personas me apoyaron, repitieron que sí podía en una nueva división y aquí estamos en el camino victorioso, gracias, entre muchas más personas, al profesor Alcides Sagarra, manifestó el tetramonarca del orbe (Bakú 2011, Almaty 2013, Doha 2015 y Hamburgo 2017).
Sagarra es considerado el fundador de la Escuela Cubana de Boxeo, artífice de 40 títulos, 19 segundas posiciones y 17 terceros escaños en ediciones bajo los cinco aros, ya computadas las coronas alcanzadas aquí por Roniel Iglesias (69) y Arlen López (81), quienes igual poseen dos premios de oro.
Así, esta disciplina lidera la actuación de la mayor de las Antillas, algo que sucede en casi todos los eventos multideportivos, sin importar el rango. No en vano es denominado el buque insignia y por ello se confíe en su último finalista, Andy Cruz, visto como el mejor fajador libra por libra del torneo.
Todo eso sucede cuando la delegación caribeña, formada por 69 miembros, marcha en el decimotercer lugar del medallero general, con seis liderazgos, tres segundos lugares y cuatro terceros, muy por encima de sus cifras en Río de Janeiro 2016 (cinco-dos-cuatro).