El disco vuela desde potentes manos femeninas en los I Juegos Panamericanos Junior. Las cubanas Silinda Morales y Melanie Mathéu hacen el uno-dos. La primera logra 59 metros y 13 centímetros. La muchacha plateada llega a 54.31. La calidad de ambas no cayó desde las nubes. Se entregaron enteras al entrenamiento en todas sus facetas. Sus entrenadores han sabido pulirlas para el deporte y les han desbrozados los caminos hacia una ciudadanía correcta. Voy más allá de lo expresado en el párrafo anterior.
Son herederas de una gran riqueza. De las más contundentes en nuestro atletismo y la historia de las lides del músculo en la Mayor de las Antillas. Las lanzadoras de este pequeño país no padecen del mal de sus pítchers coterráneos: se dirigen hacia el éxito con pasos admirables, evitando el descontrol y la desconcentración. Páginas como estas tan bien escritas en el libro de la vida no se escapan si sabemos utilizarlas, enriquecerlas y conducirlas dialécticamente. En el caso de referencia, viento en popa y a toda vela hasta ahora. Y hacia la herencia...
La más destacada: Maritza Martén, la campeona de Barcelona 1992 con 70.06 .Titular por América en la VI Copa Mundial de ese año, efectuada en La Habana: 69.30; tercera en Camberra 1985 y Barcelona 1989 con 66.54 y 65.40 respectivamente. En la Universiada, as (66.66) en Kobe 1985 y bronce (64.70) en Duisburgo, RFA, 1989. La mejor de los Panamericanos en tres ocasiones Caracas1983 (59.62), Indianápolis 1987 (65.58) y Mar de Plata 1995 (61.22). En los Centrocaribes, dos escalones plateados: 1986 (63.24) y 1993 (59.44). Maritza Martén se convirtió en la segunda titular olímpica de América Latina; la primera fue su compatriota María Caridad Calón, la jabalinista dorada de Moscú 80.
En el principio fue la habanera Gloria Álvarez, premio de bronce en los V Centroamericanos y del Caribe de 1946 efectuados en Barranquilla, con discazo de 29 metros y 72 centímetros. La artemiseña Alejandrina Herrera subió la parada en la VI edición de ese tipo de justa: segunda con 31.78 en Guatemala 1950. En México 1954 se coronaría con 37.18. El resultado le valió ser seleccionada como el deportista más destacado del año en el país, a pesar de los esfuerzos contrarios del Big Five: cinco clubes burgueses de enorme poder en el sector.
Mi amiga Aleja, así yo la chiqueaba, abrió la puerta en los Panamericanos un año después al enviar el implemento a 38 metros en los II Juegos escenificados en Ciudad de México y ascender al escalón de bronce. A Buenos Aires 1951 debió asistir pero los dirigentes del Comité Olímpico de su patria lo impidieron pese a conseguir la marca exigida. De nuevo la discriminaban debido a cinco razones: por ser mujer, negra, pobre, de origen campesino y militar en la Juventud Socialista. Cuando protestó por la injusticia le dijeron: "Es que tú tienes dos colores muy feos: negra y roja, imagínate..."
Antes le habían desbaratado los sueños de ser basquetbolista y esgrimista. Solo pudo practicar estas especialidades en la sociedad para negros y mestizos Unión Fraternal; ni pensar en poder representar internacionalmente a Cuba. Un profesor le aconsejó: "Pon tus esfuerzos en otro deporte: aquí no quieren personas con tu color ni para limpiar el florete o el balón...". Después del triunfo de su Revolución, ya una veterana -había nacido el 21 de abril de 1924- siguió compitiendo y aun alcanzó romper el récord nacional de la bala y finalizar segunda de su prueba preferida en Kingston 1962.
Precisamente, su coterránea Caridad Agüero la superó en la contienda jamaiquina 43.76 por 38.70. Cachita repitió la dicha cuatro años después con 43.37 en San Juan 1966. Allá su joven coterránea Carmen Romero ganó el bronce: 39.07.Desde entonces cubrió una época en el disco acá al sumar tres doradas y otra de plata en los combates centrocaribes, y tres cetros continentales. Participó en dos magnas citas. En Montreal 1976 fue novena; en Moscú 80, una lesión le impidió sostener en ascenso una buena temporada: concluyó décima.
María Cristina Betancourt brilló también en esa etapa: séptima en el clásico grande albergado por Canadá, tercera en una Copa del Mundo, tres segundos puestos panamericanos, una corona centroamericana y tres de plata. La lista es mucho más larga e ilumina desde los galardones de Bárbara Echevarría, Hilda E. Ramos, Ana Elys Fernández, Yaritsa Ferrales, Yarelis Barrios, Olga Gómez...
Espacio aparte a dos atletas de altísima calidad: Yaimé Pérez y Denia Caballero Ambas han sido campeonas mundiales y terceros sitios olímpicos, amén de otras conquistas en diversos torneos. Se mantienen en combate y su pueblo espera que de los lanzamientos de ambas discóbolas vengan nuevos triunfos. Silinda y Melanie, oro y plata en los I Panamericanos Junior, fortalecen la mencionada lista. Si continúan con la misma entrega y la misma disciplina, pueden darnos enormes alegrías.