Con el sui géneris desfile acuático al conjuro del Sena y bajo la mirada protectora de la torre Eiffel, los Juegos Olímpicos ya corren su versión 33 en París, Francia.
Apenas comenzó la cuenta regresiva de su calendario, echaron a andar los sueños de Cuba en la cita europea con vaticinios atizados por la esperanza de que su pequeña delegación —si se comparan sus 62 integrantes con otras más concurridas— compita con la marca de la eficiencia.
Cuando hace tres años —que debieron ser cuatro si la covid no hubiese obligado a Japón a correr sus Juegos señalados para el 2020— Cuba ancló en el lugar 14 del medallero, no pocos lo consideraron una rareza e incluso una hazaña, por el lugar y también por la cosecha de 15 medallas (7-3-5).
Que ahora el propósito sea volver a ubicarse entre los primeros 20 países, con esa disminución de atletas (ocho menos que en Tokio) y en un escenario más complicado que hace tres años es casi una utopía y obliga a que cada uno de los deportistas apueste a ganar.
No es secreto que en el trienio que antecede a París el movimiento deportivo ha sufrido el impacto de la crisis económica, marcada por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense contra nuestro país, por más que el Estado haya priorizado la atención al deporte; y no hay que olvidar que el movimiento deportivo tampoco ha estado ajeno al fenómeno de la migración y el éxodo de atletas, entre quienes se incluyen algunos con pretensiones ganadoras para la cita francesa.
¿Qué tan posible puede ser ese sueño? Desbrocemos las opciones. Dos deportes cargan sobre sí el peso de esa ilusión: la lucha y el boxeo, tradicionales aportadores de preseas en esas lides.
Resulta obvio que todos los ojos del mundo subirán al colchón junto al mítico Mijaín López, a quien Cuba cuidó por tres años como la perla que es para ayudarlo a conseguir la proeza de ganar cinco títulos seguidos, algo que ningún atleta ha conseguido. Más allá de la probada calidad del pinareño y su alta capacidad competitiva, habrá que ver cómo puede vencer a su rival más difícil: los 42 años que cumplirá el 20 de agosto.
En él están centradas las esperanzas de un título que, en lo simbólico y lo emotivo, significaría la mayor de las transfusiones anímicas de la delegación, pero también el motor que hale su deporte, llamado a conseguir otros oros, que son a fin de cuentas los que dan el lugar en el medallero.
Desde la frialdad de las estadísticas y a partir del camino recorrido previo a París, esta disciplina puede aportar otro título, ya sea con nombre Luis Orta o Gabriel Rosillo o cualquier otro en un deporte en el que tradicionalmente sale un eléctrico, como lo fue el caso del propio Orta en Tokio.
Descontados dos títulos de la lucha, le tocarían al boxeo otras dos con los nombres de los bicampeones Julio César La Cruz y Arlen López como los mayores candidatos en un deporte que esta vez no logró delegación completa y solo lleva cinco púgiles para tratar de subir a lo más alto del podio, mientras los tres restantes tendrían que luchar para al menos escalar hasta el medallero.
Si nos asimos a la lógica de la progresión de los canoístas, en ellos — sobre todo en ellas— están cifradas otras esperanzas de arrancarle un título a París, y la campeona mundial Yarisleidis Cirilo parece destinada a ese caro desafío.
Algo similar sucede con la triplista Leyanis Pérez, quien, en ausencia de la mítica venezolana Yulimar Rojas, se perfila como ganadora, si es capaz de saltar como lo ha hecho este año en competencias de alto rango. Esperar que el atletismo aporte algo más se antoja poco probable por las marcas con que llegan sus integrantes.
Con estas cuentas, la delegación sumaría cuatro medallas de oro. De comportarse las tendencias como hace tres años, estas le ayudarían a estar en el rango de los primeros 20, pues Noruega, país que ocupó justamente el lugar 20 en Tokio, lo hizo con cuatro de oro, además de dos de plata e igual número de bronce.
Para engordar el medallero, Cuba espera que el judo, con cualquiera de sus hombres y mujeres, se cuele en las finales, lo mismo que los representantes del taekwondo y el tiro, sobre todo Leuris Pupo, quien ya ha demostrado estirpe y nervios suficientes como para robarles un oro y una plata a países con más tradición en el tiro.
Del resto de su delegación en 16 deportes, Cuba espera milagros olímpicos, como ocurre en cada cita
¿Sueño posible? Parece que sí, aunque muy difícil. Quienes aman de verdad el deporte cubano y saben de la hidalguía, el honor y la capacidad competitiva de los nuestros, además de su talento, esperan que todos esos ingredientes se mezclen para arrancarle a París las medallas que se necesitan a fin de concretar lo que parece una quimera.