Erislandy Álvarez
Foto: Ricardo López Hevia, periódico Granma

París.- EL CUBANO Erislandy Álvarez recordará por siempre el desquite con que inscribió su nombre en la faja de los 63,5 kilos en el torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos, en esta ciudad.

Sacarse la “espina” ante el ídolo de casa Sofiane Oumiha era el último reto a vencer en la capital francesa y el muchacho no defraudó a técnicos y seguidores. El fallo, 3-2 a su favor.

Soñaba con la revancha desde que el galo le derrotó en la final del campeonato mundial del pasado año, y aprovechó a plenitud esta oportunidad para aportar el segundo cetro de su delegación aquí, aunque los jueces lo pusieron en peligro.

Tuvo como oponente a un experimentado de reconocido nivel, en cuyas vitrinas se atesoran tres coronas del orbe y el subtítulo bajo los cinco aros logrado en Río de Janeiro 2016, pero nada de eso fue suficiente para deshacer sueños afianzados a base de mucha entrega.

Tampoco bastó saberse inmerso en su primera incursión en este tipo de escenarios. Ni el delirante apoyo ofrecido a su estrella por miles de aficionados que hicieron “temblar” una de las canchas del icónico Roland-Garros.

Ni siquiera el lógico desgaste impuesto por cinco escaladas al encerado en apenas 10 días, o la ansiedad asociada a saberse la última esperanza de un quinteto de guerreros que esta vez solo completó su cosecha con meritorio bronce del astro Arlen López (80 kg).

«Guapo y fajao, como se dice en buen cubano, Erislandy Álvarez se ha llevado un oro disputado hasta el último golpe», escribió en su cuenta en X el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien también le felicitó telefónicamente.

«Así se pelea y así se gana, hasta con los pronósticos en contra. Con coraje, con pasión y con alegría. #Cuba celebra y baila contigo por esta victoria bonita», añadió el mandatario.

Fue el cetro número 42 del boxeo de la Isla en lides bajo los cinco aros, cuya cosecha de preseas ascendió aquí a 80, completada con 19 de plata y otras tantas de bronce.

OPINA EL CAMPEÓN

«Sabíamos que se trataba de un rival difícil, pero ya pasó más de un año desde que me ganó y he experimentado cambios muy positivos, que me permiten afrontar este tipo de exigencias», dijo el cienfueguero.

Recordó que el pleito anterior entre ellos lo asumió como un novato en las filas de la armada élite de su país, y fue categórico al asegurar que trabajó a plenitud para que esta, su tercera final en lides de gran magnitud, le dejara el sabor deseado.

«Era mi deseo y el del pueblo cubano, y haberla obtenido me deja muy satisfecho», aseveró tras precisar que la preparación realizada le permitió «disfrutar, “bailar” y dar show» entre las cuerdas.

Reconoció que inicialmente le impresionaron las dimensiones y capacidad del escenario, pero fue categórico al afirmar que ello aportó otra motivación para regalar un espectáculo digno del mismo, y agradeció la posibilidad de hacer feliz a sus compatriotas.

Y en la despedida derrochó humildad al sentenciar que «no me siento líder pese a ser el único medallista de oro del equipo esta vez, porque cada deportista tiene su rango y no me considero más que nadie, y el boxeo cubano somos todos. Cuba es su boxeo».