Son poco más de las diez de la mañana y un huerto escolar se llena de niños. La “seño” los provee de pomos reciclados con agua. Llevan delantales, sombreros y pañoletas en la cabeza. Es un divertimento para ellos disfrazarse, descubrir y curiosear entre las plantas sembradas. El olor de las hojas, las hormigas, la tierra, las texturas. Todo parece despertar su interés—y también su energía—.
El círculo infantil se llama Albas del Mañana y se encuentra justo al lado de uno de los bares más concurridos de La Habana: paZillo Bar. Aunque diferentes en su naturaleza—y horarios—, ambas instituciones tienen una interesante relación.
paZillo es un proyecto de desarrollo local (PDL) que pertenece a una pyme del mismo nombre. Abarca diferentes ramas de la gastronomía, marcas y establecimientos. Su impacto en la localidad, va más allá de ofrecer variedad de productos y servicios. Vela por la limpieza de las áreas aledañas, además del mantenimiento y revitalización de las áreas del círculo infantil.
“Hasta ahora se han reparado seis baños, los salones y estamos previendo arreglos en la cocina, la enfermería y el lobby, además de la pintura tanto dentro como fuera del círculo. La colaboración ha permitido reactivar, no sólo el huerto escolar, sino también las casitas en el área de juego de la institución, las cuales estaban deterioradas. La colaboración del PDL nos ayuda a mejorar nuestro trabajo, nos permite tener mejores condiciones”, explica Carmen Rosa Morejón, directora de Albas del Mañana.
Carmen también subraya que sin el apoyo del gobierno y la dirección general de Educación del municipio Plaza de la Revolución—donde están ubicados—no hubiera sido posible emprender esta fructífera alianza en la que se benefician directamente los niños y las madres trabajadoras.
“Gracias al proyecto con paZillo, nuestras madres no han sido afectadas en su proceso de trabajo. Los niños están siendo educados, con amor y cariño, y no hemos tenido la necesidad de cerrar por ninguna afectación. Si hay una tupición enseguida accionan, si hay cucarachas buscan el veneno y lo echan, si hay problemas con el agua, gestionan una pipa… El proyecto está constantemente dándole solución a las problemáticas que también acarrea el día a día. No solo se limita a lo que hay que reparar o construir. Es diaria la interacción con nosotros”, dice.
Mercedes Carbonell Hidalgo, jefa de la primera infancia en Educación del municipio, cree que la integración entre el sector no estatal y la rama educativa es fundamental, en tanto puede garantizar una mejora en las condiciones. Tomando como base la experiencia entre paZillo y Albas del Mañana, cree que es necesario y posible extender iniciativas como esta. “¿Qué mejor que atender a los círculos infantiles donde están los niños de las primeras edades?”, se pregunta retóricamente.
El huerto, en el que hoy los infantes aprenden y juegan, se ampliará. Tal como si fuera un organopónico aumentará en variedad de especias y posturas sembradas. Será un extra en el autoabastecimiento de paZillo Bar y el círculo infantil. Aquí se cumple el propósito de aprovechar las áreas con cultivos.
“La delegación del Ministerio de la Agricultura vino hace pocos días y nos ayudó con materia orgánica para la tierra. La idea es aprovechar toda el área sembrable. Aquí tenemos hierbabuena, cebollino y albahaca. La usamos nosotros en el bar y también el círculo. Pensamos sembrar otras cosas, estamos esperando unas semillas que traerá la Agricultura”, explica Maikel Paz, propietario de paZillo Bar y coordinador del proyecto.
Su plan es convertir el espacio en un “jardín que se coma”—dice— donde ambas instituciones salgan beneficiadas.
¿Por qué un negocio como paZillo ha generado una alianza como esta?
−Creemos que la responsabilidad social debe ser una máxima para todas las organizaciones. Necesitamos dar un poco de lo que generamos. El país está pasando por un momento difícil y es importante brindarle lo que podamos a la comunidad.
“Cuando comenzamos este proyecto y nos aliamos con el Ministerio de Educación y el gobierno, el círculo estaba cerrado. Había tupiciones y algunos problemas en las instalaciones. Logramos colaborar para que se abriera, con mantenimientos. La idea es continuar e ir poniéndolo bonito”, afirma Maikel.
Mientras, el huerto escolar crece. Y como explica Zenaida Cabrera ―educadora del círculo infantil y delegada de una circuncripción del municipio― los niños van ganando en conocimiento sobre su entorno, “los prepara para la vida, contribuye a su desarrollo y a comprender la importancia que tienen esas plantas para su alimentación”.
En esta relación ganan todos: el círculo, niños y madres, paZillo, la comunidad. Es una iniciativa que demuestra el amplio potencial de colaboración entre sectores diversos. En poco tiempo revela su impacto positivo y se convierte en un referente a seguir por otros.