La Habana, 18 jul (Prensa Latina) Los errores de planificación territorial, el uso de tecnologías obsoletas en la industria y el transporte, son algunos de los factores que influyen hoy en la calidad del aire en Cuba.
Así lo señalan varias investigaciones desarrolladas en los últimos tres lustros por el Centro de Contaminación y Química de la Atmósfera (Cecont) del Instituto de Meteorología.
En entrevista reciente al diario Granma, Rosemary López, investigadora titular y jefa de dicha entidad, y su par Osvaldo Cuesta, exjefe de la institución, explicaron que el inventario nacional de emisiones de las principales fuentes fijas contaminantes corroboró al dióxido de azufre (SO2) como el contaminante más emitido a la atmósfera en la isla.
Le siguen el dióxido de nitrógeno (NO2) y el monóxido de carbono (CO), asociados a la quema de combustibles fósiles.
También existe presencia de material particulado PM 10 y PM 2,5, y los compuestos orgánicos volátiles diferentes del metano.
Los expertos indicaron, además, que las ciudades con los peores niveles de calidad del aire son Mariel al extremo occidental de Cuba, Nuevitas en la provincia de Camagüey, Moa perteneciente a Holguín, así como La Habana, Santiago de Cuba, Cienfuegos y Matanzas.
“Moa, Mariel y Nuevitas son los máximos emisores de SO2, NO2 y CO a nivel nacional. También los de Cienfuegos y Matanzas muestran indicadores desfavorables”, detalla el informe.
En el caso particular de la capital de la nación antillana, los mayores problemas de contaminación atmosférica se localizan en los territorios de La Habana Vieja, Regla, Diez de Octubre, Cotorro, Centro Habana y San Miguel del Padrón, dijo López.
Explicó que las zonas más comprometidas por la calidad del aire en La Habana están ubicadas alrededor de la bahía habanera, vinculadas con las emisiones de la refinería Ñico López, el grupo electrógeno de Regla y la central termoeléctrica de Tallapiedra.
Puntualizó que las condiciones meteorológicas relacionadas con la ocurrencia de valores altos de polución del aire son la llamada inversión térmica (cuando la temperatura en las capas altas de la atmósfera es inferior a la de la superficie) y la calma relativa del viento.
“La combinación de ambos factores evita la dispersión de los compuestos responsables de la contaminación y favorece que estos queden suspendidos y retenidos en los niveles bajos de la atmósfera”, aseveró la doctora en Ciencias.
Cuba cuenta hoy con una red de monitoreo que verifica el comportamiento de las emisiones de gases y aerosoles, así como de la composición química de la lluvia. Está compuesta por cinco estaciones principales y 11 secundarias.
Cuesta resaltó que los resultados de los estudios cualitativos y cuantitativos de la contaminación atmosférica son de suma utilidad para las labores de ordenamiento territorial y la mitigación del cambio climático en esta nación caribeña.
Asimismo, contribuyen a mejorar la gestión ambiental, empresarial y calidad de vida de la población, asentada en los lugares más comprometidos.