Conocer el asombroso mundo de la naturaleza resulta la pasión de los investigadores del Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad (Bioeco), de Santiago de Cuba, quienes durante 30 años han dedicado su labor a la conservación de la variedad de especies.
Fue fundado el cinco de junio de 1993, a raíz de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro un año antes, cuando la entonces Ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Rosa Elena Simeón, decidió crear una institución encargada del estudio y preservación de la biodiversidad.
Sus inicios
La entidad resultó la primera de su tipo constituida en el país y se escogió a la oriental provincia, porque contaba con diversos centros relacionados con la protección de la naturaleza: grupos de Botánica, Zoología, Geografía, Arqueología, el Museo de Historia Natural Tomás Romay, con una amplia labor educativa en la población, y el Jardín de los Helechos.
El Doctor en Ciencias Nicasio Viña, fundador de Bioeco, destacó una visión de trabajo sostenida en estos años que sirvió de base para establecer, primero, el estado de la biodiversidad cubana en ese momento, y luego, desarrollar acciones que derivaran en una conservación y protección más efectivas.
Resaltó que fueron pioneros en la realización del Atlas de Santiago de Cuba, compendio de conocimiento de la historia natural, económica y social del territorio, desarrollado de forma totalmente digital en la década de 1990.
Después de eso, vinieron investigaciones como los estudios de montaña Nipe-Sagua-Baracoa y la Sierra Maestra, imprescindibles para tener una línea base sobre las amenazas al medio ambiente, sirviendo de cimientos para el sistema de áreas protegidas, los planes de manejo de conservación y la Tarea Vida, plan gubernamental para el enfrentamiento al cambio climático, acotó.
Posteriormente, impulsaron estudios puntuales con mayor profundidad y se hicieron los inventarios biológicos rápidos de Gran Piedra, Siboney y el parque Alejandro de Humboldt, comentó la fuente.
Logros y desafíos actuales
Diversos son los retos que enfrenta Bioeco, encaminados a continuar el descubrimiento de la biodiversidad en un contexto cambiante, para lo que cuentan con un gran grupo de científicos, técnicos y especialistas comprometidos con el medio ambiente.
Gustavo Polanco, jefe del departamento de Biología Vegetal, ponderó la participación de la institución científica en los inventarios biológicos a la Bahía de Guantánamo, Pico de Cristal y Charrascales de Mícara, con una labor meritoria en la evaluación del impacto ambiental provocado por fenómenos naturales como huracanes y períodos de sequía.
Una de las prioridades lo constituye la adaptación al cambio climático, con incidencias en actividades de reforestación para preservar la biodiversidad en la Reserva de la Biosfera Baconao, precisó el investigador.
Disímiles estudios ejecutan sus especialistas, manifestó Polanco, sobre las plantas no vasculares, caracterizaciones biológicas al Parque Nacional Pico Cristal, Gran Piedra, Siboney, Baconao, La Bayamesa, Guantánamo y Yunque de Baracoa.
En este sentido, mencionó aportes del centro a diversos libros referentes en el país como: "Diversidad biológica de Cuba. Métodos de inventario, monitoreo y colecciones biológicas", "Libro rojo de invertebrados terrestres de Cuba", "Inventario de la diversidad biológica de Martinica" y "Diseño de estudios de campo para la conservación de la biodiversidad".
Con el fin de crear herramientas para el uso, gestión y preservación de los ecosistemas se ejecutan indagaciones sobre los manglares santiagueros, restauraciones ecológicas de las zonas costeras, manejo de especies exóticas, un enfoque paisajístico para la conservación de los sistemas montañosos amenazados; así como reforestación en comunidades vulnerables pertenecientes a proyectos internacionales como el Corredor Biológico del Caribe y Comunidades Caribeñas Resilientes.
Durante 30 años, Bioeco ha trabajado por la protección de la fauna con dos grupos zoológicos, los invertebrados compuestos por arañas, escorpiones, insectos, moluscos, ácaros, y la familia de los vertebrados (peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos).
Carmen Placencio, especialista de Biología animal, resaltó el trabajo en la caracterización de diversos grupos, monitoreo de la migración otoñal de aves rapaces en Cuba con análisis de poblaciones de vida silvestres, especies residentes y migratorias.
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Significó aportes valiosos al establecimiento del sistema de anillamiento cubano con estaciones en Santiago de Cuba, Villa Clara y Matanzas.
El impacto de este centro científico no solo se refleja en la provincia, el oriente y la nación, sus fronteras van más allá, pues se involucran con proyectos internacionales como el del Corredor Biológico en el Caribe, un enfoque regional para la conservación y gestión de la biodiversidad terrestre y marina en Haití, República Dominicana y Cuba, mencionó Placencio.
Por su ardua labor investigativa fueron acreedores del Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba. (Claudia Maria Delgado Torres, ACN)