Cuando se habla de pinturas rupestres casi siempre la imaginación remite a las Cuevas de Altamira, en España; o a las de Lascaux, en Francia. Estas últimas, según pruebas de carbono, tienen cerca de 20 mil años, mientras que las primeras, casi 40 mil.
No son las más antiguas, pero sí las más famosas.
Ahora, han saltado también al centro del interés público las Cuevas de Ardales, también en España, en Málaga más exactamente.
Sucede que allí existen unas singulares marcas en ocre rojo, cuyo origen debido a manos humanas acaba de ser comprobado por un equipo internacional de científicos.
Esos expertos aseguran que su origen data de hace unos 65 mil años, lo que ubica a estas pinturas rupestres entre las más antiguas que se conocen y las atribuyen a los neandertales, los cuales, de manera intencionada y probablemente con un sentido simbólico, realizaron esas marcas en la estalactita que se ubica en medio de una “sala” dentro de la cueva.
La revista Proceedings of the National Academy of Sciences, de EE.UU., da cuenta de estas valiosas conclusiones a las que arribaron investigadores de las universidades de Cádiz, de Barcelona, de Burdeos y del Neanderthal Museum , en Alemania.
El análisis de los pigmentos con que hicieron las marcas, evidenció que el ocre empleado fue recolectado en el exterior de la cueva.
Aunque esas conclusiones no han estado exentas de objeciones y debates, parecen no dejar margen a asociar las marcas mencionadas con depósitos de origen natural. La intervención humana se al analizar la manera en que se ubican y distribuyen las mismas, así como con el estudio de los cristales que componen esos residuos de color.
Uno de los retos principales de la arqueología, en relación con este estudio, es conocer qué implicaciones tuvo el empleo de esos símbolos y cómo se asocian con el comportamientos de los nenadertales, los cuales, de acuerdo con el catedrático José Ramos, de la universidad de Cádiz, contaban con comunidades organizadas en lo social, lo económico y lo simbólico, aspecto este último en el que el mundo subterráneo jugó importante papel.
A estas conclusiones igual tributan los hallazgos derivados del análisis de un hueso de ciervo, también ubicado en una cueva, pero en este caso la de Einhornhöhle, al norte de Alemania, y en el que se encontraron incisiones en forma de cuñas entrelazadas, probablemente realizadas hace 51 mil años.
También los neandertales fueron los autores de ese grabado, el cual igual confirma que ellos eran capaces de crear expresiones simbólicas antes de la llegada del Homo sapiens a Europa central. Lo confirma una indagación dada a conocer también el mes pasado por la revista Nature Ecology & Evolution.
Cada vez aprendemos más de los antepasados del Homo sapiens, que es conocer mejor al humano de la modernidad. Ojalá –echando a volar solo la fantasía- en una cueva encontráramos algún símbolo neandertal que nos aportara una luz más en el combate contra el microscópico “bicho” que hoy pone en riesgo a los habitantes de este siglo XXI.