Sin el compromiso, sin los aportes, sin el entusiasmo de los cubanos más jóvenes, será imposible concretar el proyecto de un mejor país, la aspiración de una sociedad próspera, el futuro que nos merecemos y se merecen las generaciones que vienen. Los jóvenes no son "el futuro": son el presente que vislumbra y construye ese futuro. Sin el impulso, sin la fuerza de la juventud, el país en buena medida se inmovilizaría. Los jóvenes son parte imprescindible de la fuerza laboral de la nación. Y son los estudiantes que se preparan para asumir la necesaria renovación profesional de todas las esferas de la economía, la ciencia, la cultura, la política...
Cuba celebra este 4 de abril el aniversario 59 de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y el 60 de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM). Cientos de miles de niños, adolescentes y jóvenes integran estas organizaciones. Son garantía de continuidad de la Revolución: cantera y ámbito de plena realización.
Los que creen que a la mayoría de los jóvenes cubanos no les interesa el devenir de su país, que casi todos son apáticos, "apolíticos", que se evaden de su realidad, que no sienten compromiso con su momento o que son rebeldes sin causa, o que no quieren trabajar... deberían comprobar la labor diaria de tantos jóvenes en sectores esenciales, particularmente notable en esta compleja contingencia sanitaria. Los mueve un afán solidario, un humanismo esencial. A ciertos personajes, peones de sectores que adversan a la Revolución, les conviene ignorar esa entrega. Esas narrativas potencian expresiones aisladas y menosprecian convocatorias multitudinarias. Pretenden hacer creer que la gran mayoría de la juventud cubana le ha dado la espalda al proceso revolucionario, a los principios que lo sustentan.
Ciertamente, son tiempos demandantes. Tiempos difíciles. Pero la nación confía en sus jóvenes. La Revolución confía en los jóvenes.
Jóvenes eran, hace más de seis décadas, buena parte de los hombres que hicieron esta Revolución. Joven era Fidel Castro en esos años fundacionales. Jóvenes en su gran mayoría los que fueron a alfabetizar. Los que integraron las Fuerzas Armadas. Los combatientes internacionalistas. Los que asumieron tareas de choque. Los que llenaron aulas.
Esta tiene que ser siempre la Revolución de los jóvenes, porque en los jóvenes se renueva permanentemente. Y en los momentos más difíciles (que los ha habido y los seguirá habiendo) esa juventud, generación tras generación, jamás le ha fallado. Esa es la certeza.