Viva Cuba Libre ha sido uno de los gritos que nos ha acompañado a los cubanos en nuestra historia. Bien haya sido de arenga al combate o de júbilo ante importantes momentos de nuestras vida, siempre ha expresado la cubanía.
El grito que movió a los mambises a una carga al machete, encerraba la necesidad y el propósito de sacudirse el dominio del opresor, era el grito con el que se convocaba a las libertades posibles y necesarias.
Lamentablemente, no todos los que lucharon lo hicieron en busca del mismo tipo de libertades. El peso terrible del sistema esclavista con su secuela de desprecio racial, no permitía que en todos que ejercieron el clamor, anidase el mismo sentimiento de libertad.
Viva Cuba Libre tuvieron que sentir aquellos que, en busca de una plenitud libertaria, se alzaron contra los mecanismos de discriminación persistentes en la nueva República y que fueron masacrados por un ejército de compatriotas durante el alzamiento de los Independientes de Color.
Una Patria si, pero de emancipaciones incompletas, fue el motivo de rebeliones contra gobiernos y tiranías de turno y sobre todo, ante las acciones de una poderosa nación que, desde los intereses de sus enormes empresas, llegó hasta la definición de nuestras políticas.
Viva Cuba Libre fue el impulso que movió a, la gente humilde y trabajadora ante el dogal que un sistema, apoyado en la obtención de ganancias, pesaba sobre la vida de tanta gente pobre. El deseo de libertad heredado desde las primeras guerras mambisas pero manipulado por toda la maquinaria ideológica de un sistema dominante no solo en Cuba sino de carácter mundial, mantenía vigente y necesario el grito.
Las luchas contra la última tiranía que padeció la Patria, levantaron el grito de Viva Cuba Libre en las serranías y los barrios de todo el país ante tanto asesinato, tanta corrupción ejercidos por un poder estatal atado por las ambiciones personales y por sus vínculos con el gran poder mundial. A la caída de aquel desgobierno, el grito se apoderó de las calles entre banderas y el júbilo.
Por primera vez y de forma masiva, el pueblo cubano llegaba a la certidumbre de tener Patria pero de inmediato hubo que defenderla porque las fuerzas del gran poder hegemónico hacían todo lo posible por liquidarla. Así nació el grito convertido en la consigna de Patria o Muerte y que acompañó a los milicianos en Girón o en la lucha contra los bandidos en el Escambray.
Se defendía una Patria independiente haciendo uso de aquella búsqueda de libertad, de aquella honda de David de la que Martí hablara.
El propósito de ver a Cuba libre sigue vigente en nuestra vida, libre de las ataduras que hoy nos imponen los intereses que dominan en el mundo; libre del peso de nuestros propios errores; libre de las rémoras de una deficiente educación; de la acomodada burocracia, de las mentiras que la ideología dominante impone desde su industia de la desinformación encaminadas, sobre todo a privarnos de la más plena libertad.
La Cuba que queremos, cada vez más libre, es el único camino hacia la Patria plena por la que, ante ante los graves peligros, se ha preferido la muerte pero con la convicción profunda de que, a partir de esa voluntad, venceremos.