El concepto de la Trata de Personas- politización del tema y doble raseros aparte- incluye el comercio de seres humanos con el fin de esclavizarlos laboral, mental, reproductiva, sexualmente, extraerles y vender sus órganos, entre otras muchas cuestiones denigrantes.
A pesar de lo claro de la definición, desde hace algún tiempo el gobierno de Estados Unidos se ha dado a la infame tarea, en su enfermizo afán de fortalecer el bloqueo económico, financiero y comercial, de perseguir aún con más saña las misiones médicas cubanas.
Llama la atención que esto se hace en medio de la batalla mundial contra la COVID-19 y la disminución de los recursos para hacerle frente a semejante pandemia y cuando Cuba, golpeada también por estos avatares, se esfuerza por compartir lo que tiene y manda sus brigadas médicas a salvar vidas allí donde esa asistencia es casi nula.
En este entorno encaja la batalla librada por el gobierno norteamericano contra colaboración solidaria cubana.
Hace un tiempo por iniciativa del senador Bob Menéndez, quien preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, solicitó a la Administración de Joe Biden agilizar el desempeño de una campaña internacional para acabar con la trata de personas patrocinada y facilitada por el régimen cubano bajo una la excusa de “misiones médicas”.
Por ese entonces, y a sabiendas de que de lograr sus turbios propósitos los países beneficiados con esta solidaria ayuda sufrirían las consecuencias, llamó a buscar un enfoque multifacético que cerraran las inevitables brechas que se producirían y propuso nada más y nada menos que a la desprestigiada Organización de los Estados Americanos (la tristemente célebre OEA), para coordinar estos esfuerzos.
Con independencia de los espurios propósitos que animan la “iniciativa” y por supuesto con la convicción de que las personas beneficiadas con la atención médica cubana son seres desechables a quienes nunca el gobierno de Estados Unidos prestó atención ni mucho menos brindó ayuda, el senador yanqui obvió la política de tolerancia cero que la Mayor de las Antillas mantiene contra la trata de personas.
Llama la atención que tras las muchas aristas reales que sustentan la citada trata el senado estadounidense dedique esfuerzos a combatir una solidaria acción destinada a salvar la vida de millones de personas.
¿Acaso Estados Unidos desconoce que la trata de mujeres para obligarlas a prostituirse es hoy un fenómeno natural en su territorio? ¿Desconoce el senador de marras la explotación a la que están sujetos los latinos que laboran en sus campos? ¿Existe en el senado y gobierno yanqui la voluntad política de combatir el tráfico de deportistas cubanos hacia ese país bajo la égida de reconocidos mercaderes?
Cuba, y es bueno recordarlo para los desmemoriados selectivos, cuenta con una legislación moderna que amplió los derechos fundamentales de los cuales gozaban los ciudadanos en la Constitución Socialista de 1976.
Entre esos, como principios inviolables, el derecho al trabajo, la protección, la seguridad e higiene del trabajador, el descanso retribuido en cualquiera de las formas de trabajo aprobadas, el acceso a la seguridad ciudadana, la seguridad y asistencia social, la salud y educación gratuitas, entre otros muchos.
A pesar de la campaña orquestada por el gobierno de Estados Unidos contra la colaboración médica cubana, constituye una verdad que la Isla, como parte de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y su Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la Trata de Personas, cumple con la obligación contraída al adherirse a ella.
Tal y como expresara recientemente el Presidente cubano en las Naciones Unidas los logros de la Salud son incuestionables, y a pesar de las campañas de descréditos que a toda hora pululan por las redes bajo el auspicio de la mal llamada prensa independiente y los medios de desinformación masiva subordinados al dinero de los contribuyentes norteamericanos, Cuba ostentan hoy la cifra de médicos más alta de su historia, punteando entre las primeras del mundo por la proporción médico-habitante, con cobertura médica en la totalidad de las urbes y las zonas rurales.
Y si a alguien pudiera acusarse de Trata de personas es al propio gobierno de Estados Unidos que mediante el acoso perenne contra los profesionales de la Isla, el robo de talentos y el aliento a la deserción o emigración ilegal, entre otros muchos males, priva al país que formó de manera gratuita a esos talentos, de servicios imprescindibles para su desarrollo.
La colaboración médica cubana, ha salvado millones de vidas en naciones del llamado tercer mundo, estuvo directamente vinculada a la lucha contra el ébola, asistió a decenas de países arrasados por eventos meteorológicos, inundaciones, terremotos, y eso ninguna campaña mal intencionada podrá borrarlo. Las incontables vidas salvadas no lo permitirán.
(Tomado del sitio de la Fiscalía General de la República)