El viceministro Carlos Fernández de Cossío recibió en el Ministerio de Relaciones Exteriores a Rena Bitter, secretaria adjunta del Departamento de Estado para Temas Consulares, y a Ur Mendoza Jaddou, directora de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración del Departamento de Seguridad Interna de los Estados Unidos.
Durante el intercambio, el representante cubano reiteró la importancia de que se reanuden totalmente los servicios migratorios y consulares en la Embajada estadounidense en La Habana, incluido el procesamiento de visas de no inmigrantes.
Confirmó igualmente la disposición a contribuir con los pasos necesarios para el pleno funcionamiento de los servicios migratorios y consulares de la sede diplomática.
La embajada de Estados Unidos en Cuba anunció el seis de mayo que reanudaría ese mes el procesamiento limitado de visas de inmigrantes, tras casi cinco años sin servicios consulares bajo un pretexto descartado por científicos e informes oficiales.
El pasado 3 de marzo la misión diplomática notificó sobre los preparativos para retomar las actividades en esta capital, paralizadas por el supuesto “Síndrome de La Habana”, rechazado por científicos e incluso informes del Departamento de Estado norteamericano.
Bajo el mandato del republicano Donald Trump (2017-2021), la legación redujo su personal al mínimo en septiembre de 2017 con el argumento de misteriosas “agresiones sónicas” y alegados “incidentes de salud” de diplomáticos, aun cuando Cuba desde el principio negó ataque alguno y mantuvo la voluntad de cooperar en las investigaciones.
Autoridades de la mayor de las Antillas denunciaron que en realidad la acusación fue parte de una operación política para revertir avances en los vínculos entre Cuba y Estados Unidos dados durante la administración de Barack Obama (2009-2017).
Sin un arma definitiva, motivación o autores ante la acusación, la embajada aquí fue testigo de la suspensión del programa de reunificación familiar y el otorgamiento de visado, aspectos que directamente afectaron a ciudadanos de ambos países y no al Ejecutivo antillano como pretendía la retórica norteamericana.
Además, si bien en los acuerdos migratorios de 1984 Estados Unidos se comprometió a conceder al menos 20 000 visas anuales, en los últimos años solo entregó unas cuatro mil cada año, según el Ministerio de Relaciones Exteriores caribeño.
En el último lustro, los cubanos estuvieron obligados a ir a terceros países para todos sus trámites, lo que aumenta los costos y sin certeza de una aprobación, y hay quienes apuestan por una migración irregular que pone en peligros las vidas
(Con información de Cubaminrex)