En día de recordación de los héroes en Namibia, vienen a palpitar los heroísmos de miles de cubanos que abonaron con sangre el continente africano. Escribir sobre esto pareciera un atrevimiento, convencida de que otros como el recién fallecido Dr. Rodolfo Puente Ferro y el querido compañero Jorge Risquet Valdés, hubieran ilustrado con más elocuencia los lazos que nos unen; en primer lugar, porque la Epopeya de Cuba en África, les corría por las venas. Ellos fueron hacedores de grandes batallas, incluso contra enfermedades como la poliomielitis.
A décadas de las grandes historias que pudiera contar cada combatiente internacionalista cubano en el continente madre, tiene lugar el primer recorrido del presidente Díaz Canel por países africanos. La culminación en Namibia, puede venir a representar el cierre con broche de oro. Si bien el encuentro con nuestras raíces nos tonifica el alma, la dosis de emociones en los encuentros sucesivos en este hermano país, sobrepasan las lágrimas, sobre todo, las de los conocedores de las historias que unen en hermandad perenne, a Cuba y Namibia.
Fueron muy bien acogidas las firmas de documentos que afianzan las relaciones bilaterales, la condecoración que con alegría recibió nuestro presidente de manos de su homólogo namibio el Dr. Hage Geingob y los halagos recibidos por la labor solidaria y la calidad humana de los colaboradores cubanos en Namibia, en sectores como la salud, el transporte, la construcción la pesca y otros; pero coincidiremos en que las palabras valientes que se contenían por la emoción de residentes cubanos en el país, vinieron a reafirmar virtudes dichas en la cara del presidente Díaz Canel, virtudes que han venido a conciliar como nunca, las afiliaciones políticas, religiosas y sexuales de los cubanos dentro y fuera de Cuba. Fue parte de ese broche de oro, la confidente expresión que se ahogaba en la añoranza de un día regresar a la Isla, gracias a ese importante concierto que ha legado ya, nuestro presidente.
Foto: Alejandro Azcuy.
En el encuentro con los amigos, que no cabrían en un salón, emocionaron las palabras de Sebastian Ndeitunga, uno de los estudiantes acogidos en la Isla de la Juventud, de los cientos de niños y adolescentes que vinieron del continente africano a superarse, a propuesta de Fidel, para que cuando su país fuera independiente, garantizaran la prosperidad que merecían.
La risa de los participantes ante las simpáticas anécdotas contadas por Sebastian Ndeitunga con tanto amor por el Comandante en jefe, pudiera distraer la historia de mucho de esos niños que sobrevivieron a la masacre de Cassinga: un bombardeo sorpresivo realizado por racistas sudafricanos que ocupaban ilegalmente Namibia y que violaron la frontera angolana donde se encontraban refugiados cientos de namibios que salieron de su país, a causa de los vejámenes sufridos por los ocupantes.
El 4 de mayo de 1978, internacionalistas cubanos que se encontraban a 16 km de Cassinga fueron a pecho descubierto, como lo describió Fidel, a tratar de detener la masacre de los refugiados namibios. Sobre esta, circula en internet una foto icónica y escalofriante, en el que fosas comunes acunan más de seiscientos cuerpos inocentes, sin vidas. El mentiroso ataque se efectuó temprano en la mañana, mientras los refugiados se disponían a congregarse para distribuir las tareas diarias del campamento.
Durante estos días de recordación durante la visita del presidente cubano, pude captar caras felices del grupo de los sobrevivientes en el Estadio de la Independencia y luego, en los encuentros más reducidos. El rostro de Sebastian Ndeitunga también es feliz, no es el de un apabullado por el colonialismo, el imperialismo y su engendro más lesivo en el continente africano: el Aprtheid. Es un hijo de Cuba, se ha desempeñado como comandante de la policía namibia, gracias al humanismo e internacionalismo cubano que lo acogió con amor.
El rostro de Sebastian Ndeitunga es de los agradecidos que brillaron por la certeza y honestidad de las palabras del Comandante en jefe cuando los visitaba frecuentemente en la escuela Hendrik Witbooi y les decía que se formarían como los cuadros, técnicos, maestros, médicos, ingenieros o licenciados; que llevarían de Cuba los valores y conocimientos para desarrollar la nación libre, que años más tarde se levantó. El padre fundador de la nación, el Dr. Sam Nujoma, también acompañó a Fidel en varias visitas a esos muchachos que hoy sostienen la independencia lograda con sangre y bravura y el desarrollo económico y social de la bella Namibia.
Foto personal de la autora en la oficina de Sebastian Ndeitunga. Julio de 2017 en Windhoek.
Ignatius Vahogaifa Mwayekange, es otro de los que sobrevivió en Cassinga y se graduó en Geodesia y cartografía en Cuba, hoy coordina el grupo de sobrevivientes de la masacre, además de cumplir su alta responsabilidad como profesional.
No solo la directora de la escuela Fidel Castro en Katutura, soñó con nombrar un centro docente con el nombre de ese gigantesco maestro que fue el Comandante en jefe, así se nombra una avenida principal en la capital Windhoek y cientos de niños namibios. Si bien es cierto que por primera vez en Cassinga se mezclaba la sangre cubana y namibia, la historia no quedó sellada allí con la formación profesional de cientos de namibios en Cuba para el desarrollo de su país. Las relaciones han sido siempre firmes y basadas en el amor.
Al lograrse la independencia de Namibia, el primer embajador no africano en presentar sus cartas credenciales fue el Lic. Ángel Dalmau Fernández, un pilar esencial junto a su esposa Silvia Márquez Collazo, para la salud de dichas relaciones. En el libro ¨De la sombra de un mamoncillo a las grandes pirámides¨, se detalla este singular. Su autor: Angel Dalmau, en una bellísima cronología de vida, nos cuenta sobre la profunda relación entre cubanos y namibios y no únicamente en los años de la guerra.
Mural realizado por artista plástico cubano a la entrada de la escuela Fidel Castro.
Solo voy a mencionar uno de los intensos días que vivió de recorrido por los campamentos de refugiados en Angola, recogiendo muestras de heces fecales y orina de los niños que vendrían a Cuba a estudiar (dentro de los que se incluyeron muchos de los sobrevivientes de Cassinga, salvados por los internacionalistas cubanos en Tchamutete) como si su misión relacionada con los movimientos de liberación nacional en Angola, no fuera de gigantesca magnitud.
Son muchas las razones que hacen imperecedera las relaciones entre Cuba y Namibia, por lo que cerrar con broche de oro el recorrido del presidente Díaz Canel en este hermano país, no es casualidad, es revelación de la historia, es consecuencia de un ayer iluminado para siempre, por el internacionalismo cubano y el humanismo inmenso del Comandante Fidel.
Foto: Alejandro Azcuy