La memoria vuelve y estremece otra vez por hechos ocurridos 25 años atrás. Un 12 de septiembre de 1998, cinco hombres cubanos fueron marcados para siempre por el odio brutal de quienes en Miami no han cesado de atacar a Cuba. Ese día fueron apresados y comenzó su larga batalla por la justicia.
Contra Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González pesaron despiadadas condenas que oscilaron entre 15 años y dos cadenas perpetuas, sin que se pudiera comprobar que fueran un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos. Por monitorear la actividad anticubana de grupos terroristas que gozan de impunidad en Florida, no debieron ni siquiera ser detenidos.
Sin embargo, fuerzas del FBI poderosamente armadas irrumpieron en sus hogares al amanecer del sábado 12 de septiembre, y los encerraron en celdas de castigo, en solitario, durante 17 meses.
Luego de que inicialmente fueran acusados, según consta en acta reconocida por los fiscales y el juez, de penetrar, pacíficamente y sin armas, a grupos terroristas anticubanos para conocer sus intenciones criminales, resultó que los condenaron en un prolongado y turbio juicio por un sinnúmero de cargos, y los declararon culpables.
Según resumió el político y diplomático cubano, Ricardo Alarcón de Quesada, aquel suceso se produjo casi tres meses después de la visita a La Habana de una delegación estadounidense a la que se le entregó abundante información, documental y testimonial, acerca de planes terroristas contra Cuba, financiados por la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), radicada en Miami.
La FNCA fue responsable, a su vez, de la abultada hoja de servicios a la contrarrevolución del terrorista Luis Posada Carriles, protagonista de hechos tan mortíferos como la voladura en pleno vuelo de un avión con 73 personas inocentes a bordo frente a las costas de Barbados en 1976.
El material incluía investigaciones detalladas de decenas de actos terroristas planeados entre 1990 y 1998, con fotografías de armamentos, explosivos y otras pruebas, y adicionalmente 51 páginas del listado del dinero de la FNCA destinado a varios grupos para hacer daño dentro del país.
Además, el FBI recibió los expedientes de 40 terroristas de origen cubano, la mayoría residentes en Miami, y los datos para encontrar a cada uno. También, grabaciones de conversaciones telefónicas de Posada Carriles dando instrucciones para tales sabotajes, y por si quisieran localizarlo, Cuba incluyó direcciones de sus casas en varios países, placas de sus autos y lista de lugares frecuentados.
La delegación estadounidense se llevó muestras de bombas desactivadas en el Hotel Meliá Cohíba en abril de 1997, y en un ómnibus de turistas en octubre del propio año. También, del artefacto explosivo confiscado a dos guatemaltecos en marzo de 1998, y las grabaciones de sus declaraciones, que esclarecen fehacientemente sus vínculos con Posada Carriles.
Ni una sola de esas evidencias sirvió para arrestar a los criminales ni abrir investigación alguna. Pero el propio día 12 de septiembre se vio al jefe del FBI en Miami, el Sr. Pesquera, visitando sonriente a los furibundos congresistas anticubanos de Miami, Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart, con el fin de informarles del encarcelamiento de los Cinco. No llegaría muy lejos su alegría tras las proféticas palabras de Fidel anunciando ¡Volverán!, que seguramente les quitaron el sueño.
Aunque la mafia miamense pretendió silenciar el caso de los Cinco, el mundo conoció la atrocidad. Personalidades de los más disímiles perfiles ideológicos, académicos, religiosos, juristas, parlamentarios, artistas, grupos de amigos solidarios con Cuba, unieron sus voces en el jurado de millones que hacía falta y había pedido Gerardo, uno de los Cinco, muy pronto conocidos por su estirpe de heroica resistencia frente a sus captores y el imperio.
Más de 16 años después, tras meses de negociaciones entre los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos, tres de los Cinco Héroes volvieron a su tierra ―dos habían regresado luego de extinguir sus sanciones―, para caminar libres y seguir siendo fieles defensores de la Revolución.
Su valentía desnudó frente al escrutinio mundial la doble moral de los Gobiernos estadounidenses, obsesivamente empeñados en destruir el proyecto socialista cubano, que sigue en pie pese a todo, gracias a tantos como esos héroes capaces de darlo todo, hasta la vida. Un cuarto de siglo después, su ejemplo sigue vivo en la memoria de Cuba y de quienes en el mundo sostienen su luz y creen en la esperanza.
(Tomado de Cuba en Resumen)