La pandemia de la COVID-19 ha cubierto el rostro de millones de personas en el mundo, a la vez que enfoca las miradas hacia el personal de la salud y, como nunca antes, a los científicos e investigadores. En Cuba, la ciencia se ha convertido en estandarte de la lucha de esta pequeña isla del Caribe por la vida y la salud de su pueblo.
Unos 200 proyectos de investigación han surgido en la isla ante la emergencia sanitaria y, con sus resultados, algunos se abren paso como parte del protocolo de actuación frente a la COVID-19, mientras que con cinco candidatos vacunales se apuesta por lograr la inmunización definitiva de la población cubana.
En este esfuerzo desempeña un papel determinante el Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos (Cencec), que en 2021 arriba a sus tres décadas de creado.
“Llegamos a nuestro aniversario 30 cumpliendo la tarea más compleja a la que se ha enfrentado el centro, porque en toda la labor que se realiza en el enfrentamiento a la COVID-19 y en el desarrollo de los ensayos clínicos hemos estado presentes”, afirma la máster en Ciencias Amaylid Arteaga García, su directora.
Mucho ha transcurrido desde aquel 30 de noviembre de 1991, cuando se fundó como respuesta a la necesidad de diseñar y conducir, acorde a las regulaciones internacionales, la actividad de ensayos clínicos dentro de la incipiente industria farmacéutica cubana, que por idea del Comandante en Jefe Fidel Castro se desarrollaba en el país.
Hoy, el Cencec, subordinado al Ministerio de Salud Pública (Minsap), se encarga del control de la totalidad de los ensayos clínicos que se realizan en el sistema nacional de salud, del diseño y conducción de los contratados al centro y de la capacitación de los profesionales que participan en esas investigaciones en cuanto a las buenas prácticas clínicas, entre otros temas.
A su vez, para que la entidad reguladora cubana de referencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS): el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed) autorice el inicio de un ensayo clínico y se reclute al primer voluntario, el estudio debe constar en el registro público de ensayos clínicos, que administra el Cencec.
De igual forma, debe estar aprobado por un comité de ética y la institución es la encargada de coordinar la actividad desde la Comisión Nacional de Ética de la Investigación en Salud, por lo que el Cencec coordina estos procedimientos para que el investigador principal entregue el protocolo del ensayo, se pueda evaluar con vistas a su autorización y posterior seguimiento.
Arteaga García señala que más allá del control, el centro se encarga de la gestión de los ensayos clínicos desde que se conciben y tienen que ser aprobados por el Minsap, porque, al desarrollarse en un servicio de asistencia médica, el engranaje entre la industria biofarmacéutica, la autoridad reguladora y el sistema de salud es el Cencec.
De esta manera, el centro garantiza las condiciones para que los estudios cumplan con la calidad requerida, desde la preparación de los investigadores, sitios y recursos materiales que se necesiten; además de supervisar la inclusión de la cantidad de voluntarios y la realización de los exámenes complementarios, explica la también profesora de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y especialista de II Grado en Medicina General Integral.
Pero, ¿qué es un ensayo clínico?
Un ensayo clínico es una metodología de investigación que se realiza con la participación de seres humanos como voluntarios, para evaluar el efecto de una intervención de medicamentos, equipos o dispositivos médicos en un problema de salud concreto.
A este se llega una vez vencidos los estudios preclínicos (de farmacología y toxicología) en células y luego en animales de laboratorio, los de formulación y estabilidad del producto farmacéutico, a partir de las regulaciones establecidas, explicó Yamilé Cachimaille Benavides, jefa del departamento de ensayos clínicos del Cencec.
Esos resultados se presentan a la autoridad reguladora, el Cecmed, para iniciar un ensayo clínico, aunque no es suficiente con un solo estudio para completar el desarrollo clínico de un producto farmacéutico, sino se necesitan de varios y ahí es donde intervienen las fases, aclaró la especialista.
La primera fase busca evaluar la seguridad del producto, identificar reacciones adversas y si son tolerables o no por los seres humanos, es decir evaluar los posibles riesgos. Para la segunda fase se estudia el efecto (respuesta inmune en el caso de vacunas), las dosis y los eventos adversos, o sea la seguridad, que está presente en todo momento. En cuanto a la tercera, se enfoca en la eficacia clínica y se solicita el registro sanitario del medicamento; mientras que en la cuarta fase (posregistro) se persigue la efectividad.
Cachimaille Benavides señala que cada momento de la investigación se diferencia en cuanto a la cantidad de personas que se exponen, al inicio son menos y más homogéneos; luego, la muestra es mayor y más heterogénea. A medida que avanzan las fases, también las condiciones son menos experimentales, con criterios de selección muy restringidos al principio y más flexibles después, acorde con la seguridad demostrada.
Un estudio de intervención, aclaró la especialista, se puede considerar como un ensayo clínico que permite consolidar resultados en cuanto a efectividad; continuar evaluando la seguridad, ampliar la información al realizarse en condiciones similares a las de la práctica médica habitual y respaldar el registro farmacéutico del producto, tanto si se realiza en el país como en el extranjero.
En cada uno de estos procesos, el Cencec está preparado para tomar la idea científica y en intercambio con los especialistas principales participar en el diseño metodológico, desde el título, hipótesis, objetivos, criterios de selección, variables, clasificación de pacientes en cuanto al éxito o fracaso, seguimiento, duración del estudio, selección de los sitios clínicos, evaluación de la necesidad de recursos y equipamiento, apuntó Cachimaille Benavides.
A ello se suma velar por las buenas prácticas clínicas, establecidas por el Cecmed, para garantizar el cumplimiento de las normas de calidad científica, metodológica y ética, las cuales restablecen que, para iniciar un ensayo, el protocolo tiene que aprobarse por el comité de ética y para involucrar a un voluntario se requiere del consentimiento informado.
La seguridad del paciente es lo más importante y hay que estudiar que no tenga un evento grave y si fuera el caso no administrarle más el producto.
Igualmente, tienen que garantizar la trazabilidad de los datos para que sean verificables a partir de las historias clínicas, y a través de los resultados descritos se pueda reconstruir el ensayo y demostrar que existe una persona detrás de los números, puntualizó.
Un registro público para mayor transparencia
Para iniciar un ensayo clínico y antes de incluir al primer sujeto, la institución que promueve la investigación debe inscribirla en el Registro Público Cubano de Ensayos Clínicos (RPCEC), que administra el Cencec; este otorga un número de registro al ensayo, denominado código RPCEC, el cual se obtiene una vez que se considera listo para su publicación.
Con la colaboración de Infomed, el RPCEC se creó en 2007 y, al igual que otros registros, surgió como herramienta para contribuir con la transparencia de la investigación. En 2011 obtuvo la condición de registro primario de la plataforma de registros de la OMS, distinción relacionada con el cumplimiento de requisitos establecidos por ese organismo internacional.
Gladys Jiménez Rivero, jefa del Departamento de Manejo y Procesamiento de Datos y responsable del RPCEC, explicó que en el mundo existen 17 registros primarios, y en la región de América Latina solo tienen Perú, Brasil y Cuba, siendo este el primer país en lograrlo.
Refiere la especialista que, al ser un registro primario, envía los datos de los ensayos registrados al portal de la plataforma de registros de la OMS, lo que ofrece una mayor visibilidad a los estudios registrados en él.
Por otra parte, permite cumplir con el principio ético de la Declaración de Helsinki que plantea que “todo estudio de investigación con seres humanos debe ser inscrito en una base de datos disponible al público antes de aceptar a la primera persona”.
Además, permite cumplir con un requerimiento del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, al cual se adhieren la mayoría de las revistas médicas, que establecen el registro del ensayo clínico antes de iniciar el reclutamiento de los sujetos, como precondición para publicar los resultados de los ensayos clínicos.
Los datos que se muestran en el registro, no constituyen un peligro para el promotor del ensayo respecto a la competencia, porque la información que contiene es de dominio de cualquier persona e incluso, en su mayoría forma parte del consentimiento informado de los sujetos, aclaró la investigadora.
El RPCEC es un registro bilingüe, en español e inglés, y para registrar un ensayo en su base de datos se requiere completar los formularios de datos en ambos idiomas.
Jiménez Rivero señaló que una vez completados los dos formularios y luego de la comprobación, por el equipo revisor, de que no existen datos inconsistentes, se asigna un código RPCEC al estudio y una fecha de registro que corresponde con la fecha en que se hace visible al público, a partir de ese momento no se eliminará de la vista pública.
La responsabilidad de la calidad y veracidad de los datos del estudio es de su promotor, quien además tiene la responsabilidad de actualizarlo al menos cada 12 meses, incluida la divulgación de los resultados del estudio al finalizar, acotó.
Personal de altura en tiempos difíciles
El equipo de trabajo del Cencec tiene un sentido de pertenencia muy grande por la institución, les duele cuando no se tienen en cuenta y les alegra cuando los reconocen, mantienen el rigor en la preparación profesional y defienden mucho lo que hacen, porque lo aman y eso se ha demostrado en estos meses cuando no existen horarios ni días de descanso, afirma Arteaga García.
Cuando el SARS-CoV-2, aún no era considerado como pandemia, Cuba contaba con un Comité de Innovación del Minsap, que pertenece al Grupo de las Ciencias, donde el centro ha participado de todas las investigaciones y ha evaluado muchos proyectos.
“A partir de la presencia del virus, la institución se trazó dos líneas de trabajo: mantener lo realizado para dar continuidad a otros proyectos y asumir los nuevos relacionados con la COVID-19, que en un comienzo eran entre cinco o seis y hoy vamos por 25 ensayos clínicos aprobados y cinco en proceso, donde participamos en la conducción, además del proceso organizativo”, señala.
En 2021 iniciaron el año con 101 ensayos en el país, de ellos el 46% en cáncer, lo que hizo que perfeccionaran su estructura, reordenaran el funcionamiento interno y el personal se creciera, “dispuesto a asumir todos los retos que surjan”.
“Hemos redistribuido las responsabilidades de manera que tenemos el centro en función de todo lo que ocurre hoy en Cuba. El Departamento de Ensayos Clínicos se encarga de los candidatos vacunales y el resto del personal con experiencia dígase de control, calidad y asuntos regulatorios también forman parte de los equipos de trabajo que evalúan los sitios clínicos de estos ensayos y de otros que desarrolla la institución, además de las intervenciones y las actividades de control”, dijo.
A la vez, Arteaga García precisó que realizan un levantamiento de datos a todos los pacientes confirmados al SARS-CoV-2 para evaluar el impacto del protocolo de actuación en el enfrentamiento de la COVID-19, a partir de la revisión de las historias clínicas de los pacientes confirmados en los servicios de salud de diferentes territorios del país, pues el centro cuenta con personal en todas las provincias.
Con respecto a los ensayos clínicos y el estudio de intervención, la jefa del departamento de ensayos clínicos del Cencec comentó que forman parte por ser una institución subordinada directamente al Minsap y varios de sus especialistas participaron en reuniones para establecer el diseño organizativo.
En los ensayos de los cinco candidatos vacunales y en el estudio de intervención de Soberana 02 han estado presentes en la conducción sistemática, y en algunos ensayos integraron el Comité Independiente de Monitoreo de Datos, que es un ente adicional que le confiere más valor a la investigación al no estar vinculado al desarrollador del producto.
Mencionó que las vacunas anti-COVID-19 han llegado hasta este punto porque las farmacéuticas en el mundo, ante la emergencia sanitaria, solaparon los procesos sin violarlos y avanzaron en la investigación con los estudios parciales de las fases anteriores y los resultados de inmunogenicidad, reactogenicidad y seguridad.
De lo contrario, si estuviéramos en condiciones normales el desarrollo de una vacuna puede durar entre 10 y 15 años, en dependencia del tiempo que demore el reclutamiento, tratamiento, seguimiento y evaluación; por lo que dos o tres años puede tomar concluir cada etapa.
Tres décadas en función de la salud cubana
Muchos son los retos del Cencec en su aniversario 30, con la participación en ensayos clínicos en ejecución, los próximos a aprobar y la realización de estudios de intervención en todo el país, para los cuales se requiere de la preparación del personal, la certificación de sitios clínicos y hacer cumplir las buenas prácticas clínicas.
En este encargo multitudinario, en función de la seguridad de los cubanos, trabajan de conjunto con el Cecmed, centro que se encarga de autorizar los ensayos clínicos y establecer los requisitos, inspeccionar y verificar que se cumpla la estrategia de desarrollo de estos productos.
Mientras que el Cencec, desde lo metodológico, organiza el proceso, prepara el expediente, crea condiciones, coordina acciones con los comités de ética y las instituciones de salud, articulan a los promotores para la presentación de los resultados a la autoridad reguladora y vela porque se cumpla la calidad y transparencia del proceso.
“Hacer ensayos clínicos es una fortaleza porque les da a las personas una nueva opción terapéutica o diagnóstica donde no existía ninguna; o pueden proporcionar una opción más, de tener resultados similares, e incluso una mejor; el personal que participa se prepara y al final queda un proceso médico más organizado. Es por ello que se consideran una palanca de desarrollo para el Sistema de Salud”, dijo Arteaga García.