En Cuba han disminuido los casos graves y críticos, también el número de fallecimientos a causa de la COVID-19, pero no es tiempo de guardar el nasobuco.
Parece una verdad obvia, pero cada vez se observa con más frecuencia a personas llevándolo al cuello y sin guardar la debida distancia, como si la pandemia fuera ya solo un mal recuerdo.
Sin embargo, hace pocos días, expertos y científicos cubanos sentenciaban que dar por terminada la pandemia carecía de rigor epidemiológico, aun cuando los niveles de inmunidad de la población sean elevados, gracias a las vacunas y su esquema de aplicación.
Y a este llamado se agrega ahora la reciente alerta de la OMS, del viernes 1ro. de abril, sobre una nueva variante de ómicron que ha sido identificada.
La denominan XE, y señalan que, de acuerdo con los estudios realizados hasta ahora, podría tener mayor transmisibilidad que el resto de las mutaciones del SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la COVID-19.
Esta mutación XE se compone de dos subvariantes de el ómicron, BA.1 y BA.2, y fue reportada por primera vez el pasado 19 de enero en Reino Unido. Actualmente, cuenta con más de 600 secuencias.
La OMS estima que la XE pudiera ser un diez por ciento más transmisible que la subvariante BA.2 de ómicron, pero «este hallazgo requiere una mayor confirmación», acotaron.
En tanto ese organismo internacional continúa monitoreando y evaluando riesgos asociados a variantes recombinantes como esta y también a otras, en esta geografía caribeña bien nos vale recordar que, lamentablemente, la pandemia sigue ahí y hay que continuar protegiéndose.