En el año 2010, la Organización Mundial de Médicos de Familia (WONCA) propuso la creación del Día Mundial del Médico de la Familia para destacar la importancia y contribución de estos profesionales a los sistemas de salud a nivel mundial, pero desde 1984 los cubanos, por experiencia propia, ya valorábamos, y mucho, ese quehacer.
Fue en ese año cuando, por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, se creó aquí el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia con el objetivo de garantizar la atención médica integral a los individuos, al núcleo familiar, la comunidad y el medioambiente.
Foto: tomada de Juventud Rebelde
Dio inicio por el policlínico de Lawton, en el municipio capitalino de Diez de Octubre, y fue extendiéndose rápidamente, hasta alcanzar la cifra de 11 mil 200 consultorios el pasado año.
Con motivo del aniversario 38 de dicho empeño, celebrado el pasado 4 de enero, el doctor José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública, recordaba que:
«El Programa del Médico y la Enfermera de la Familia se ha convertido en esencia misma de nuestro Sistema Nacional de Salud. La entrega de los profesionales que en él laboran ha dejado huellas profundas en cada rincón de Cuba y también en muchas partes del mundo.
«Prevenir, educar, cuidar… proteger son acciones que definen su hacer en nuestras comunidades: allí donde en primer lugar se defiende la salud de nuestros menores, abuelos, embarazadas… de nuestras familias».
Y fue en las comunidades, durante los dos años de pandemia, poniéndole el pecho al peligro y las dificultades, cuando brillaron más alto esos médicos y enfermeras(os), a cuyo actuar Cuba debe, en buena medida, sus resultados en el enfrentamiento a la COVID-19.
Por eso, y porque no hay familia cubana donde en algún momento ese personal de la salud no haya dejado su huella de entrega y responsabilidad, este pueblo les abraza desde la gratitud, hoy y cada día del año.