La Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra hoy el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados, por la necesidad de millones de pacientes de enfermedades crónicas o terminales de la realización de esta práctica para seguir viviendo.
Procedimientos como los trasplantes de riñón, hígado, corazón, y pulmones son comunes y salvan muchas vidas, en tanto la ciencia médica mejora las técnicas quirúrgicas y los tratamientos postoperatorios, incrementando las tasas de éxito y la calidad de vida de estas personas.
En el transcurso de la pasada 77 Asamblea Mundial de la Salud los delegados aprobaron un nuevo y pionero acuerdo sobre el aumento de la disponibilidad, el acceso ético y la supervisión del trasplante de células, tejidos y órganos humanos, señaló el portal cubano Infomed.
Los datos más recientes de 2022 del Observatorio Mundial de Donación y Trasplante indican que anualmente se realizan más de 150 mil trasplantes (el 10 por ciento o menos de las necesidades mundiales) de órganos sólidos en todo el mundo, una cifra que no obstante supone un aumento del 52 por ciento con respecto a 2010.
Sin embargo, todavía se observa un crecimiento insuficiente y un desarrollo asimétrico en materia de trasplantes en todo el mundo, pues muchos países no cuentan con sistemas adecuados, por ejemplo, en términos de legislación, gobernanza, mano de obra especializada, infraestructura y financiación.
La falta de disponibilidad y de acceso equitativo a los trasplantes puede provocar la muerte o derivar en prácticas poco éticas o ilegales, como el turismo de trasplante y el tráfico de órganos. La resolución pretende mejorar la disponibilidad de los trasplantes, sobre todo en los países con recursos limitados.
Con la resolución se pretende introducir medidas para prevenir y combatir la trata de personas con fines de extracción de órganos y el tráfico de órganos humanos, y proteger a las víctimas y supervivientes de estos delitos reforzando los marcos legislativos.
Los Estados Miembros se comprometieron a adoptar una serie de medidas, entre ellas, integrar las actividades de donación y trasplante en los sistemas de atención de salud, de modo que la donación tras el fallecimiento sea contemplada sistemáticamente como una posibilidad al final de la vida.
Asimismo, proteger a los donantes vivos de la explotación y que reciban una atención de seguimiento adecuada.
La OMS tiene el encargo de elaborar una estrategia mundial sobre donaciones y trasplantes, que se presentará a la Asamblea para su adopción en 2026.