En realidad, son los vectores del género Culicidae (mosquitos) y Culicoides (jejenes) los que pican y contagian el virus de Oropouche, cuya presencia fue confirmada en Cuba el pasado 25 de junio por el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Entonces, sumaban nueve las provincias y eran 23 los municipios donde se había detectado y, sin tratarse de una situación alarmante, las autoridades sanitarias convocaron al ordenamiento y saneamiento ambiental para prevenir que se multiplique este virus.
En esa ocasión, quedó subrayada la posibilidad de que el virus se extendiera a otros territorios, sobre todo en zonas suburbanas y rurales, debido a que «se trata de una arbovirosis transmitida por jejenes y el mosquito culex, una especie que vive en cualquier tipo de agua y en lugares de mucha vegetación, por lo que su control es muy difícil y demanda de grandes cantidades de insecticidas», según reporte de PL.
Una frase socorrida reza que «pica y se extiende» cuando quiere hablarse de algo que se multiplica y no parece terminar. En este caso, habrá que juntar esfuerzos para que este virus no siga extendiéndose.
La participación de todos en acciones de saneamiento desde la casa, centros de trabajo y barriadas es fundamental.
Atendiendo a la rápida propagación del virus —que circula en el mundo desde 1955, pero es novedad para Cuba—, urge la participación comunitaria en la búsqueda de casos febriles, en el control de vectores mediante el saneamiento, drenaje de las aguas y eliminación de desechos sólidos.
Los síntomas permanecen entre tres y cuatro días y no se identifican por complicaciones ni gravedad. Incluyen fiebre, dolores de cabeza, musculares y articulares; en ocasiones, también se reportan vómitos y diarreas.
En determinados pacientes, sobre el sexto día aparece un cuadro similar al inicial, que no deja secuelas y no se asocia a gravedad alguna. La enfermedad, conocida como fiebre de Oropouche, no requiere un tratamiento específico, solo medidas para aliviar los síntomas. No obstante, se insiste en acudir al médico ante la presencia de los síntomas descritos.
Infomed, citando a la revista especializada Virus Research, informa que el virus fue aislado por primera vez en 1955, en una zona deTrinidad y Tobago conocida como Oropouche, de ahí su nombre.
En las casi siete décadas transcurridas desde esa fecha, se han detectado brotes epidémicos en países de Centro y Suramérica, sobre todo en la región amazónica.
De acuerdo con la OMS, no existen pruebas de la transmisión directa, de persona a persona, del virus de Oropouche. Su transmisión ocurre a través de lo que se conoce como vector competente (en este caso, los mosquitos Culicoides paraensis y Culex quinquefasciatus, que poseen la capacidad intrínseca de infectarse con el virus), que lo inocula en un huésped humano susceptible de ser contagiado.
Unido a estos contagios, se ha confirmado también un incremento de los casos de dengue, cuyo curso pudiera no ser tan benigno como el oropouche. Por eso, ahora más que nunca, con las recientes inundaciones y las lluvias que trae el huracán Beryl, lo óptimo es extremar las medidas preventivas y permanecer alertas.