En el listado de micro, pequeñas y medianas empresas aprobadas por el Ministerio de Economía y Planificación, La Quinta S.U.R.L. aparece con el número 5656, como mipyme estatal cuya actividad principal es “brindar servicios integrales científico-técnicos, ambientales, culturales y de interpretación histórica, patrimonial y natural”.
El expediente para la creación de esta mipyme estatal, reconversión de una unidad presupuestada de la Dirección de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH), fue presentado el 1 de septiembre de 2022 y aprobado por el MEP el 27 de octubre de 2022.
La Quinta es la primera mipyme que gestiona un museo (el Museo Cuartel General del Ejército Libertador, reinaugurado en 2020 tras una restauración a raíz de las celebraciones por el aniversario 500 de la ciudad) y un jardín botánico (el Jardín Botánico de La Habana).
Su sede, la Quinta de los Molinos, es un pulmón verde de 4.7 hectáreas en pleno centro de la capital cubana, un sitio señalado en la historia nacional y habanera, con un importante patrimonio edificado y una vocación naturalista desde muy temprano en su devenir, que ya supera los dos siglos.
En los últimos años, el sitio ha sido conocido por ser centro de referencia en la atención a animales afectivos; un sistemático programa de inclusión social; la celebración de ferias y exposiciones relacionadas con la naturaleza, expoventas de plantas, conferencias especializadas y de educación popular sobre ciencia y medioambiente, y eventos como el reciente Taller Internacional Hablemos de los Árboles Urbanos.
Responsabilidad social, trabajo inclusivo
Alejandro Palmarola, biólogo y reconocido ambientalista, especialista principal de la Quinta de los Molinos, comenta que en el proceso hacia La Quinta S.U.R.L. los requisitos fueron definidos a partir de varios talleres en los que participaron los trabajadores, con el objetivo de que el funcionamiento de la nueva empresa respondiera a sus intereses y expectativas.
“Entre las pautas que salieron de esos encuentros está la de que no se perdiera la conexión social del centro, incluidos los talleres que se celebran aquí, la visión de responsabilidad social que siempre defendió Eusebio Leal”, señala.
Desde hace varios años, en la Quinta se desarrolla un programa para la inclusión laboral de personas en situación de discapacidad intelectual.
“Luego de terminar la formación en el sistema educativo, pierden habilidades si no las practican. En la Quinta se han concebido y se celebran periódicamente más de 20 talleres para personas en situación de discapacidad.
“En esos talleres, nuestros especialistas identifican a quienes tienen capacidades y condiciones para insertarse en el programa de inclusión laboral”, explica Palmarola.
En 2020 se incorporaron como empleados al colectivo de la Quinta los primeros 20 egresados de ese programa, mediante contratos y con todos los beneficios de un trabajador.
Hoy, el 30% del equipo está conformado por personas en situación de discapacidad. La concepción del proyecto va más allá de la contratación y es integral, pues también se han incorporado como trabajadores madres, padres o tutores de una parte de ellos que lo necesitan.
Los trabajadores en situación de discapacidad cuentan con profesora de lectoescritura. Pueden participar en los talleres que se ofrecen desde hace años a niños y jóvenes con necesidades especiales (retraso en el aprendizaje, síndrome de Down, autismo), entre ellos los de autovalidismo, psicoballet, lectoescritura, manualidades y pintura.
Entre las especialidades en que se adiestran las personas en situación de discapacidad están las de recepcionista, auxiliar de limpieza o de oficina, pantrista, auxiliar informático y jardinero. En el equipo del centro, dos de los egresados del programa de inclusión laboral se desempeñan como auxiliares informáticos. También hay jardineros y operarios del mariposario.
El especialista principal de la Quinta destaca que “los propios trabajadores identificaron la línea de inclusión laboral como una de las fortalezas de la futura empresa.
“Tenemos la intención de que la Quinta sea, en acuerdo con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, un centro de capacitación para responsables y personal de empresas que emprendan programas de trabajo inclusivo. Esto se conjugaría con la preparación de obreros calificados en el propio lugar”.
Es uno de los servicios que ofrecería la mediana empresa La Quinta S.U.R.L., que también cuenta con un centro demostrativo de energías renovables en cuya gestión se incluyen, igualmente, la proyección educativa hacia el público y la capacitación.
Por un acuerdo con el Ministerio de Energía y Minas, cuya firma está prevista para este 16 de noviembre, aniversario 503 de La Habana, la sala de conferencias del Centro Demostrativo de Energías Renovables (en la amplia construcción conocida como Pabellón Cultural, con capacidad para unas 50 personas y cuya renovación está en etapa final), será el centro de capacitación de ese ministerio para las energías renovables.
Patrimonio, historia, naturaleza, sostenibilidad
El Centro Demostrativo de Energías Renovables (CDER) surgió a partir de un proyecto de colaboración con la ONG Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) y la Fundación Ciudadanía, con financiamiento de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID) y ejecución acargo de la OHCH.
“Va a generar 120% de la energía que consume la Quinta, que se convierte así en un centro con cero emisiones y aporta el extra al sistema nacional”, precisa Palmarola.
La infraestructura del CDER (será inaugurado como una de las actividades por el aniversario 503 de La Habana) abarca 144 paneles solares, un banco de tres aerogeneradores y una minihidroeléctrica.
“Va a contribuir a la educación sobre las energías renovables en términos de funcionamiento, instalación, costos y beneficios”, apunta el especialista principal.
No es nueva la relación de la Quinta con las energías renovables. Comenzando el siglo XIX, fue instalado allí el sistema de molinos San Francisco de Asís, que molía el tabaco para convertirlo en rapé, movido por la corriente de agua de la Zanja Real, el primer acueducto que tuvo la ciudad (siglo XVI).
El San Francisco era uno de los tres molinos que poseía la Real Factoría de Tabacos de La Habana (junto al San José y el San Antonio), situados en el Valle de San Gerónimo de la Chorrera –en Puentes Grandes, en los terrenos que ocuparon luego los Jardines de la Tropical– y dañados seriamente por el huracán que asoló La Habana en 1791. El San Francisco se pudo recuperar y fue instalado posteriormente en la Quinta.
“Vuelven los molinos a la Quinta, es la idea. ¿Por qué está el CDER en la Quinta de los Molinos?, porque la historia de la Quinta está relacionada con las energías renovables”, afirma Palmarola, también presidente de la Asociación Latinoamericana de Botánica.
En el estanque original de la Quinta (por el lado de la calle Zapata), que recibirá el agua recirculada y refiltrada desde el único tramo conservado de la Zanja Real, que ha sido restaurado –lo cual implicó excavar para descubrir sus arcos–, han sido instalados un molino de agua, una bomba de ariete, una bomba de soga y un tornillo de Arquímedes.
Se podrá caminar por la Zanja Real, accesible mediante una rampa, con un segmento caminable y otro preparado para demostrar cómo funcionaba y que aportará el agua, como antaño, al estanque.
Desde lo alto de la Zanja se puede divisar el estanque, el paisaje verde, la quinta o casa museo y todas las instalaciones del CDER, que contará, además, con relojes, calentadores, cocina, secadores de granos y de plantas, todos solares, y el centro de capacitación sobre energías renovables.
También, con una estación meteorológica, panel fotovoltaico con dispositivo tracking, destilador solar de agua, colector solar compacto, molino de viento, una fuente con cascada (también con recirculación y refiltrado) y un pequeño anfiteatro para capacitación (en el que una pantalla mostrará en tiempo real cuánta energía se está generando en el campo).
Según José Mario Ramírez Díaz, jefe del Departamento de Inversiones San Isidro, de la Unidad Presupuestada Inversionista de la OHCH, inversionista principal, antes de finalizar 2022 deben quedar instalados todos los equipos. Faltan los aerogeneradores, el destilador solar y el panel solar con dispositivo tracking, actualmente en camino hacia Cuba vía marítima.
Palmarola añade algo importante y práctico: las tecnologías renovables que se vendan en el país van a estar expuestas en el centro, “para que las personas no las vean en una tienda o en una caja, sino funcionando. Que aprendan su funcionamiento, su instalación, cómo operarlas, la relación costo-beneficio… Y que luego, con esa información, decidan si comprar o no.
“No será solo un centro de capacitación, sino de demostración”.
Historia de la Quinta
Allí funcionó el sistema de los Molinos del Rey desde 1801 y hasta la década de 1830.
Se conserva la casa o quinta de recreo o casa de verano de los capitanes generales, cuya construcción comenzó en 1835 a partir de un inmueble ya existente (entre 1840 y 1898, unos 40 capitanes generales pasaron por allí).
La casa hospedó a Máximo Gómez y el Cuartel General del Ejército Libertador durante varios meses de 1899, hasta su licenciamiento.
Fue el segundo emplazamiento del primer Jardín Botánico de La Habana desde 1839 (tras ser trasladado desde los terrenos que hoy ocupan el Parque de la Fraternidad y el Capitolio).
20 estudiantes de Medicina, condenados en el injusto y criminal proceso de noviembre de 1871, realizaron trabajos allí tras pasar 50 días en las canteras de San Lázaro, entre ellos Fermín Valdés Domínguez.
En distintas épocas, fue Jardín Botánico de la Universidad de La Habana, sede de las Exposiciones Nacionales (1911-1914) y, en una parcela, Jardín Botánico del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana.
En octubre de 1936, allí fue declarada flor nacional la mariposa (Hedychium coronarium).
En 1981 la Quita y el Jardín Botánico fueron declarados Monumento Nacional.
En 1986 fue inaugurado el Museo Máximo Gómez.
En 2005, la Quinta pasó del Ministerio de Cultura a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que al año siguiente comenzó un proceso de restauración del sitio, dirigido a recuperar el patrimonio allí edificado y revitalizar el arbolado que databa del siglo XIX.
Caminar por los senderos de la Quinta, entre estanques y jardines, en sordina los ruidos de la ciudad, permite apreciar unas 170 especies de árboles y más de 200 de plantas ornamentales, varias endémicas de Cuba. Es, sin dudas, un sitio de contemplación y descanso, en el que no faltan las especies de fauna (incluidos moluscos y aves residentes y migratorias).
Entre los árboles, varios centenarios, llaman la atención de muchos el exótico bala de cañón, con sus grandes frutos redondos y sus llamativas flores, o el endémico ácana blanca, el más antiguo que se conserva allí, de casi 200 años, fundacional porque estuvo entre los trasplantados desde el primer emplazamiento del Jardín Botánico de La Habana en 1839, cuando sus terrenos pasaron a la Compañía del Camino de Hierro para establecer almacenes y el paradero que luego sería la Estación de Villanueva.
El Jardín Botánico de La Habana es el más antiguo del país (1817) y, además, fue el primer jardín botánico del imperio español fuera de la Península.
En la década de 1950, la vieja ácana estuvo en peligro de ser talada durante los trabajos de ampliación de la avenida Carlos III. La decidida oposición de botánicos y jardineros obligó a modificar el proyecto urbanístico, salvó el árbol y, al menos, un fragmento del área de la Quinta, que ya había perdido terreno en épocas anteriores.
Hace recordar la campaña popular que, liderada por Emilio Roig de Leuchsenring a finales de la década de 1930, salvó a la Iglesia de Paula (siglo XVIII) de los planes de demolición por la empresa Ferrocarriles Unidos. Son dos sucesos en defensa de la naturaleza y el patrimonio de la ciudad que no deben ser olvidados.
Quienes acudan a la Quinta pueden visitar también un acuario de peces tropicales, el mariposario y la casa museo con una interesante línea del tiempo que recorre la historia del sitio y salas dedicadas a la vida y a la familia del Generalísimo Máximo Gómez.
Hay un servicio de guías, recorridos guiados a las 10:30 horas (la Quinta abre al público de miércoles a domingo, de 10:00 a 15:00 horas). Palmarola afirma que los ingresos deben salir de los productos y servicios, y que pretenden mantener los precios de entrada al sitio (30 CUP para adultos, 15 para niños, 0 para menores de cinco años, 125 para extranjeros).
Ingresos para los trabajadores, conservación del Monumento Nacional
Actualmente, el equipo de la Quinta de los Molinos reúne a 84 trabajadores. Palmarola precisa que pudieran llegar a 100.
En el equipo hay psicólogos, comunicadores sociales, licenciados en gestión del patrimonio, biólogos, jardineros, ingenieros, obreros calificados, veterinarios e historiadores.
La mediana empresa que gestionará este espacio verde e inclusivo en pleno centro de La Habana tendrá, entre sus actividades, la organización de eventos, la renta de espacios para eventos corporativos (salones y aire libre) y los servicios de jardinería (diseño y ejecución por especialistas de la Quinta, quienes se encargan, por ejemplo, de todos los jardines del Centro Histórico).
Además, una clínica veterinaria (en funcionamiento), venta de plantas medicinales y de productos de naturaleza sostenible (incluidos los producidos por terceros) y asesoría técnica y diagnóstico ambiental.
Según el especialista principal de la Quinta, está en proceso de redacción la escritura notarial y se trasladan los medios básicos de la Dirección de Patrimonio de la OHCH a la empresa. “Esperamos que comience a funcionar a mediados de diciembre, cuando tengamos la personalidad jurídica”.
Palmarola reitera que entre las condiciones planteadas por los trabajadores para la creación de La Quinta S.U.R.L. está que no se perdieran los proyectos sociales, “un propósito de Leal que está en la esencia de la Quinta desde que pasó a la OHCH” y que mantendrán.
Entre las expectativas, está la mejora salarial (+50% desde el inicio, además de la distribución de utilidades cada tres meses), “y que haya conexión con la ciencia, que se apliquen en nuestra gestión los avances de las ciencias sociales y ambientales”.
En cuanto a la generación de nuevos productos, sostiene que “debe estar relacionada con lo ambiental, la sostenibilidad, las energías renovables, la promoción de una cultura de la naturaleza. Podrán incorporarse otras vertientes, como el reciclaje”.
El propietario de La Quinta S.U.R.L. es la Oficina del Historiador de la Ciudad. Por acuerdo con la institución, la distribución de ingresos OHCH/La Quinta es al 50%, pero el 50% correspondiente a la OHCH se dedicará a las inversiones para la conservación y mantenimiento del Monumento Nacional, es decir, el Jardín Botánico de La Habana y el Museo Cuartel General del Ejército Libertador.
“El reto personal para todos nosotros –afirma Palmarola– es que la nueva entidad permita, con sus ingresos, financiar el mantenimiento del jardín botánico y la casa museo (ya restaurada dos veces por gestión estatal). Que la explotación de este espacio genere fondos para mantener estas 4.7 hectáreas de naturaleza, historia y patrimonio”.