La musicoterapia se aplica en el tratamiento de niños y adolescentes con trastorno del espectro autista. Foto: Rodolfo Blanco Cué

En los papiros egipcios de aproximadamente 1 500 años antes de nuestra era, descubiertos en una vetusta ciudad de ese país en 1889, aparecieron las primeras referencias acerca de los beneficios de la música para favorecer la fertilidad de la mujer y curar el cuerpo y la mente.

Pero fueron los grandes sabios de la antigua Grecia quienes les concedieron a esa manifestación artística poderes especiales en el mejoramiento de la salud. Así, por ejemplo, Platón recomendaba asociarla a la danza con la finalidad de calmar fobias, temores y dar placer o sedar.

Igualmente, Aristóteles disertó con suma claridad acerca de la influencia de la música en los seres humanos, y llegó a plantear que, en dependencia del ritmo y la melodía, esta influía en la felicidad y la tristeza de las personas, y hasta en la formación del carácter.

 

¿QUÉ ES LA MUSICOTERAPIA?

Si bien a lo largo de la historia hubo disímiles ejemplos en el uso de las notas musicales para tratar diversos problemas de salud, no es hasta mediados del siglo xx que la musicoterapia surge como especialidad en algunos países, entre ellos Estados Unidos y Reino Unido.

Durante la celebración de un congreso efectuado en la ciudad alemana de Hamburgo, en 1996, la Federación Mundial de esa disciplina acordó definirla de la siguiente manera: Musicoterapia es la utilización de la música y/o de sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta calificado con un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar y promover la comunicación, aprendizaje, movimiento, expresión, organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, a fin de satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.

En el año 2000 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó incluir la música entre las terapias no farmacológicas destinadas a reducir la ansiedad, los estados depresivos, el estrés y otros trastornos vinculados al deterioro de la salud mental en pacientes con prolongados periodos de estadía hospitalaria, en particular los ingresados en unidades de cuidados intensivos.

 

EN CUBA

Según precisó a Granma la máster en Educación Especial Idida María Rigual González, la primera referencia documentada en nuestro país vinculada a la aplicación de la música para tratar determinados padecimientos data de 1898, cuando se publica el folleto Indicaciones terapéuticas de la música, escrito por el eminente médico, enciclopedista y profesor de la Universidad de La Habana, Antonio de Gordón de Acosta.

En los años 80 del pasado siglo, y bajo la conducción de la doctora Teresa Fernández de Juan, esta disciplina recibió un notorio impulso con la creación de un grupo de trabajo que integró a musicólogos, neurofisiólogos, sicólogos y otros profesionales de las áreas de educación artística y salud.

Como destaca Idida Rigual, un paso importante para el desarrollo de la especialidad a nivel nacional lo constituyó la realización, entre 2008 y 2010, del primer y hasta ahora único curso de especialización en Musicoterapia, coordinado por la doctora Fernández de Juan, entre la Facultad de Sicología de la Universidad de La Habana y la Facultad de Música del Instituto Superior de Arte, del cual egresaron 15 profesionales.

«Hoy, y a través de diferentes proyectos conducidos por reconocidos especialistas, en Cuba la musicoterapia se aplica en el tratamiento de la depresión geriátrica, y en niños y adolescentes con trastorno del espectro autista (de manera general logran una respuesta más favorable en la comunicación), síndrome de Down, parálisis cerebral, síndrome de Rett, necesidades educativas especiales y ansiedad, en combinación con la equinoterapia, la zooterapia, el sicoballet y otras prácticas.

«También hay experiencias de su empleo en la rehabilitación sicológica de mujeres víctimas de violencia doméstica, así como en la atención a niños débiles visuales, infantes con problemas del lenguaje, hiperactividad y falta de concentración, y en pacientes con hipertensión arterial y asma bronquial».

En mi labor profesional con niños pequeños, enfatizó la máster Rigual González, he comprobado, por ejemplo, que la percusión contribuye a mejorar la concentración y la memoria, junto con afianzar la autoestima y la interacción social.

Puntualizó que, a nivel internacional, hay investigaciones cuyos resultados avalan la utilización de la música en la recuperación de personas que sufrieron un ictus cerebral, con secuelas en la marcha, el movimiento de las extremidades y la coordinación.

«Igualmente, reportes médicos publicados por instituciones estadounidenses y europeas indican que los pacientes con Alzheimer muestran una mejora conductual cuando, en sesiones terapéuticas de al menos 30 a 45 minutos de duración, escuchan la música de su preferencia en la niñez y adolescencia.

«Si bien hacen falta más investigaciones para corroborar lo planteado, las conclusiones preliminares sugieren que tal comportamiento parece obedecer a que las áreas del cerebro relacionadas con la memoria musical se afectan poco o solo de manera muy tardía, en el proceso de deterioro de las funciones neurológicas».

En una entrevista concedida a este rotativo hace un tiempo, el doctor en Ciencias Médicas Nibaldo Hernández Mesa, reconocido profesional de las neurociencias, dijo que escuchar música repercute de manera favorable en la neuroplasticidad, condición que expresa la probada capacidad del cerebro de generar el crecimiento de nuevas conexiones y la creación de nuevas neuronas, aun en los adultos mayores que hayan sufrido alguna enfermedad neurológica.

Representados por el Grupo de Trabajo de Musicoterapia, adjunto a la Sociedad Cubana de Sicología de la Salud del Consejo Nacional de Sociedades de la Salud de Cuba, desde hace diez años los musicoterapeutas cubanos integran sus estudios al Grupo de Investigación sobre Historia, Arte y Medicina Histartmed, de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.