«Diccionario panhispánico de dudas»

El sitio oficial de la Real Academia Española (RAE) informó a mediados de este febrero que había sido publicada la segunda edición del «Diccionario panhispánico de dudas», cuya versión en línea también ya está disponible.

No es una noticia que atañe a pocos, considerando que hoy más de 600 millones de personas en todo el mundo hablan español, es decir, cerca del 7,5% de la población mundial.

De ese total, casi 500 millones son hablantes nativos. Ello hace del español el segundo idioma más hablado como lengua materna en el mundo, solo superado por el mandarín. Y, además, sigue y seguirá creciendo el número de hispanohablantes.

Es por eso que bien vale la pena visitar esta importante entrega de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española , y que ellos definen con sobrada razón como «una herramienta fundamental en la resolución de cuestiones normativas que afectan a la gramática, a la ortografía o al léxico del español».

 


Lo mismo escritores de oficio, que periodistas, editores, correctores y un largo etcétera que incluye a cualquier hijo de vecino que hable español, podrían encontrar en esta entrega aclaraciones y hasta descubrimientos, porque no pocas veces lo que uno cree que dice o escribe bien, lo está haciendo mal.

Compuesta por más de 7000 entradas esta obra de consulta tiene como propósito, además de aclarar la norma establecida, orientar sobre lo no fijado mediante la formulación de propuestas guiadas por el ideal de unidad lingüística.

Es así que en su apartado de artículos temáticos, por ejemplo, se refiere a cuestiones tan en boga y polémicas como al tratamiento de extranjerismos y al llamado lenguaje de género o inclusivo.
 

Imagen: tomada de Facebook

Sobre este último, en cuanto al uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos, esta nueva entrega de la RAE indica que «En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañía.

«Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas».

El texto precisa que «A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos…».

En esta geografía insular y en muchas otras, abundan expresiones como «los compañeros y las compañeras», «los líderes y lideresas»… y una muy amplia relación que a veces incurre en risibles disparates.

«Se olvida –subraya el texto- que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva…».

En igual camino también comenta sobre el uso del signo arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo. Al respecto puntualiza que «Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo».